Imagen Juan María García Campal

Heridas de un julandrón camuflado

05/10/2022
 Actualizado a 05/10/2022
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Sepa antes de seguir leyéndome que hoy, aun el benigno tiempo, por paseo y café mañanero, escribo ‘pijo-hortera’ y/o ‘julandrón camuflado’ según criterio tuiteado por el impresentable e incompetente –no darle competencias es el único acierto destacable de Mañueco– vicepresidente de caja, bote y ¡gracias! de la poco ponderada –examinada con cuidado– Junta de Castilla y algo de León, el talibán voxista García-Gallardo. Y todo por mi gustoso uso de fulares. Me alegra darle asco al tan carcunda espécimen de la caverna. Pésimo sería gustarle a tan bufo y tragavirotes fulano. Obligado me vería a celebrar, con sentidos y fines revisionistas, congreso extraordinario de mí mismo.

Y además escribo viejo. Porque ignoro si maduro, a no ser de carnes, pero, sin duda, sí sé y siento que envejezco. Pues cada día me hieren más el alma, su alegría, los zarpazos que representan las ausencias de aquellos de quien algo aprendí o sobre algo, con naturalidad, acaso sin voluntad, me compartieron la luz que portaban, que eran.

Cómo, en mi nocturno paseo dominical, al admirar memorioso las encendidas vidrieras del Paraninfo Gordón Ordás del Rectorado de la Ule, al sentir el lunes la fría tristura de los vidrios de la casa, el apagado color de los cuadros que la embellecen, pensar, sospechar, saber que nos había dejado la humilde bonhomía de don Luis García Zurdo. Le conocí por privilegiadas razones laborales, le asistí en sus relaciones con el, para un artista como él, esotérico –sí, con ‘s’– mundo de la gestión económica con la administración pública. Y siempre, cuando se iba con su tímida disculpa por si me había molestado o interrumpido, sentía que don Luis se había olvidado en mi despacho, me había regalado, ingentes cantidades de paz. Cómo no va a arañarme el alma su ausencia, la ausencia de su silencioso e inolvidable magisterio.

De igual manera, cómo, en mi lento despertar de hoy, al ver y disfrutar que Vida regalaba las sabinianas sevillanas ‘Ratones coloraos’ y escuchar parejos los, a modo de solidaridad, lastimeros maullidos de mi gata, La Maga, no sentir arañada el alma al saber de la definitiva ausencia de la libérrima palabra, del libérrimo pensamiento, del adogmático, crítico y certero ‘Cuerdo de la colina’, Jesús Quintero.

Y mientras, asistir al secuestro a la ciudadanía, vía incomprensible trámite de urgencia, del tan necesario debate político y científico sobre la llamada ley ‘Trans’, imperdonable arañazo de un gobierno que se proclama progresista. Sí, sin duda, envejezco.

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!
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