Héctor Alterio: "Estoy viviendo de algo que me gusta y apasiona"

El actor argentino lidera el reparto de ‘El padre’, la obra del autor francés Florian Zeller que este viernes se representa en el Auditorio de León

Emilio L. Castellanos
01/12/2017
 Actualizado a 17/09/2019
Héctor Alterio y Ana Labordeta en un momento de la representación de ‘El padre’, la obra de Florian Zeller que este viernes llega al Auditorio. | MIGUEL ÁNGEL DE ARRIBA
Héctor Alterio y Ana Labordeta en un momento de la representación de ‘El padre’, la obra de Florian Zeller que este viernes llega al Auditorio. | MIGUEL ÁNGEL DE ARRIBA
'El padre’, esa obra del dramaturgo francés Florian Zeller que él mismo ha definido como ‘farsa trágica’, atrapó enseguida a Héctor Alterio cuando se le propuso hace ya dos años su papel principal, un anciano que es mecido por el mal del Alzheimer. «El autor creó una historia tan creíble, tan llena de emoción y verdad..., cuyos elementos contribuyen a que la obra, aún hoy, siga divirtiéndome y me permita encontrar nuevas cosas en ella. Este papel me sigue enriqueciendo». José Carlos Plaza, uno de los directores teatrales más relevantes del teatro español, asumió la puesta en escena de un montaje que suma y suma representaciones a cuenta de su éxito, que dispone, desde el mismo momento de su estreno, del mismo elenco actoral que encabeza el prestigioso actor argentino (Ana Labordeta, Luis Rallo, Miguel Hermoso, Zaira Montes y María González) y que hoy se representará en el Auditorio ‘Ciudad de León’ (21:00 horas; 23 euros).

El teatro es uno de los medios por los que siente una especial predilección Alterio y en ‘El padre’ lo manifiesta función tras función. «El teatro te permite mejorar lo que la noche anterior ocurrió. Es algo muy vivo que necesita de alguien llamado público que, tras salir de su casa, pagar una entrada y sentarse en una butaca, espera de nosotros que lo movilicemos de alguna manera. Tenemos que ofrecerle algo nuevo, algo diferente a lo del día anterior, un nuevo estreno, algo que le interese. El teatro me da la posibilidad de mantenerme vivo en mi profesión de actor. Para mí es la única posibilidad de supervivencia». Apenas le quedan dos años a Héctor Alterio para alcanzar los noventa, pero ello no supone precisamente un obstáculo para que siga consagrándose, entusiasta, al oficio interpretativo al que rinde tributo y pleitesía desde hace ya más de siete décadas. «Mi edad seguirá avanzando inevitablemente. Mientras yo pueda, sin que me ayude nadie, hablar contigo, leer un texto, subirme al escenario... y mientras mantenga la memoria, seguiré haciendo mi trabajo de la manera más honesta posible. Realmente no sé hacer otra cosa. Todavía me entretengo, todavía me divierto, todavía encuentro cosas que me mantienen vivo... Y esa es la gran satisfacción que me provoca esta profesión. Estoy viviendo de algo que me gusta y apasiona».

«El autor tuvo el talento de escenificar los pensamientos de este enfermo y eso desata la curiosidad y el entretenimiento en el público», indica Héctor Alterio a propósito de las características de esta obra. «Todos los desvaríos de personajes que tiene en la cabeza aparecen en el escenario, lo que provoca una desorientación en el espectador, que no una distracción». Evidentemente, por la realidad que vive el personaje encarnado por Alterio, el humor acaba haciéndose un sitio durante la representación. «Como suele ocurrir en este tipo de personajes, afloran momentos de humor que provocan una distensión entre el público. El teatro, al final, es eso: hacer reflexionar pero entreteniendo. No se trata de un entretenimiento porque sí sino nacido de un contexto muy concreto. Muchos espectadores se identifican con lo que ven. El Alzheimer es la enfermedad de nuestro tiempo. Y todos tenemos cerca a uno que la padece».

La primera relación que Héctor Alterio tuvo con el Alzheimer fue en Argentina durante el rodaje de la afamada película ‘El hijo de la novia’, donde el personaje que asumía estaba casado con alguien que sí padecía este mal, rol que encaró la espléndida Norma Aleandro. El director de la cinta, Juan José Campanella, le pidió que le acompañara a visitar a su propia madre, aquejada de Alzheimer, y ahí él pudo comprobar el auténtico alcance de la enfermedad. «Fue algo realmente impactante. A partir de ese momento dispuse de la familiaridad suficiente para encarar el personaje de la obra. Desde luego, el Alzheimer es uno de nuestros grandes males. Es un pozo negro e interminable que, por supuesto, afecta también a los que rodean a los enfermos». El personaje de ‘El padre’ resultó especialmente exigente, «como lo es cualquier papel». «Yo siempre me propongo sacar la verdad para que se crea lo que estoy haciendo aunque sea una mentira», insiste. «En realidad, es el mismo juego de nuestra infancia, cuando hacíamos de policías y ladrones y nos creíamos que lo éramos. Ese juego sigue siendo el teatro. El espectador tiene que creerse lo que ve y es nuestra misión hacerlo sonreír y llorar, tocarlo de alguna manera...».

Huye del halago, y eso que lleva recibiéndolo desde siempre. «En lo único que creo es en mejorar. El halago hay que tomarlo con distancia, que no afecte mucho».
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