21/01/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Con la que está cayendo –perdón por esta expresión tan manida por los políticos mediocres– me llama la atención la actitud del Papa ante el islamismo mientras los cristianos son exterminados en el llamado IS.

Al extremo, la figura de Houellebecq, cuya última obra, Sumisión, le pone en peligro, por decir que, dentro de unos años, el Élysée sería ocupado por un presidente islámico. Quién sabe, pues ni el propio Abraham Lincoln imaginaría que un hombre de raza negra llegara a presidente USA.

En otro lugar, Petros Márkaris, más realista en cuanto a sus planteamientos –dentro de su serie policíaca del comisario Jaritos– se refiere con frecuencia a la situación de Grecia.

En una, cuenta cómo tres jubiladas, se suicidan –aparentemente– dejando una nota aclaratoria: no quieren ser una carga para su país.

Cuando hablande que estamos saliendo de la crisis, habría que preguntárselo a los parados, a los famélicos, a la fuga de cerebros y a los que mueren en la sala de espera de un hospital.

Ni lo creen éstos, ni lo creemos nosotros, ni lo cree Márkaris. Su última obra, Pan, Educación, Libertad, se vuelve más negra, por el género y por la temática.

Un toque de atención sobre el estado al que Alemania y los países del Norte han llevado a su país, comparándolo con la Guerra de Secesión, trasladada a Europa. La situación descrita es un avance donde el euro ha sido remplazado por la milenaria dracma.

Los bancos, dada la cobardía del dinero, cerrados a cal y canto. Y la familia del comisario, tres meses sin cobrar –de momento– reunida para comer cinco donde comían dos. Paralelamente, la misma situación se da en España y, en menor medida, en Italia. Pero hay que leerla.

En idéntica sintonía, el domingo pasado se representó en el Albéitar una obra teatral cuyo título es esclarecedor: ‘Sweet Home, Agamenón’.

Representación e interpretación excelentes que fueron aclamadas por los asistentes.
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