Hay partido, Clemente

Olvidado ya aquel entrenador de fútbol, hoy el apellido Clemente hace referencia a una precandidata del partido Ciudadanos para presidir la Junta de Castilla y León. Para los agricultores, Silvia Clemente suena a consejera de Agricultura y Ganadería durante dos legislaturas, y mantiene todavía un arraigo con el sector, con el campo y con el medio rural, que la capacita para mover votos. El partido Ciudadanos no le habría puesto alfombra roja si no supiera de su capacidad de arrastre en las urnas, y el PP no le daría tanta importancia al abandono de sus filas, si no supiera que tras de ella pueden ir votantes que buscan un cambio en posiciones moderadas del centro derecha. Silvia Clemente no ha cambiado de ideología de la noche a la mañana, algo que sería difícilmente justificable, ha cambiado de partido político, y lo ha hecho a una formación tan próxima, que le permite estar en otro sitio sin variar la forma de pensar ante cuestiones relevantes, y también cotidianas, de la vida política. ¿Está feo cambiar de partido político? Pues creo que un partido que admite el divorcio entre parejas debe de entender la separación de los militantes en un momento dado, y creo que es inteligente aplicarse esa norma de que mejor con un acuerdo que hacerlo con insultos, con voces, y con la mediación de otro. El Partido Popular tendrá que admitir que esta batalla la ha perdido, bien por la astucia e inteligencia de la candidata, bien por la visión de Ciudadanos, o por ambas a la vez. Hará bien el PP en frenar la fuga de votos, si piensan que puede haberla, aunque no creo que la estrategia sea poner altavoz a Maroto, a De Santiago Juárez, o a la portavoz Milagros Marcos. Puedo ser más explícito en esta primera valoración, o puedo no serlo, pero si me deslizó un poco más en la opinión, adelanto, a quienes lo ignoren, que Silvia Clemente va a dar una importante batalla en el medio rural, anteponiendo su gestión a la de la actual consejera de Agricultura, Milagros Marcos, y muchos como yo estamos de su parte. Gracias por no aburrirnos, Clemente.