Hay otros mundos y son de verdad

27/10/2015
 Actualizado a 30/08/2019
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Nos machacan a reportajes del vestuario de los equipos millonarios, donde los jugadores millonarios se enfadan si no hay una gran foto suya en su taquilla —para no tener que leer, imagino—, con sauna y baño y masaje. Un empleado espera en la banda para darle una botella de agua cuando la figura tiene sed y este trabajador no se molesta cuando después de refrescarse y prolongar la escena, porque sabe que las televisiones están pendientes de él, no se la devuelve en la mano, como se la dieron a él, sino que la tira con desdén contra cualquier valla publicitaria. Otro espera con una toalla por si se quiere secar... Se seca yla vuelve a tirar, con el mismo desdén aprendido en la universidad del desprecio.

Pero hay otros mundos que son más de verdad, en La Virgen del Camino sin ir más lejos. Ahí jugaban el fin de semana un equipo tras otro de chavales; en esa banqueta sin tapices se sentaba un delegado que tan pronto tiene que sacar a un niño en brazos como ir a buscar un balón que se fue más allá de los árboles. Yen el partido del equipo de mayores, donde la mejor ficha es buscarles un empleo, estará atento a actualizar el marcador de los locales y los visitantes, que andar personalizando los nombres ya es un lujo, como para pensar en personalizar las taquillas en los vestuarios.

Curiosamente estos mundos sin nombres son los de verdad, los que ocurren, los que nos llegan a todos. Los otros son otra mentira, una más.
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