"Hay Lydia Valentín para rato"

La haltera berciana confirma que seguirá al menos hasta los Juegos de París en 2024

Jorge Alonso Macía
02/08/2021
 Actualizado a 02/08/2021
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Si por algo podía resultar especialmente doloroso todo lo ocurrido ayer en el Foro Internacional de Tokio, era por el hecho de que una triple medallista olímpica como es el caso de Lydia Valentín se despidiera de los Juegos con ese mal sabor de boca que dejó la competición.

Sin embargo, tampoco quería quedarse la de Camponaraya con esa sensación que definió como «extraña» después de haberse retirado del concurso, confirmando para alegría del deporte español que continuará en el deporte de élite buscando la clasificación para París 2024: «Se lo dije a Alejandro Blanco cuando me vino a visitar nada más terminar y creo que lo tengo más claro que nunca, me gustaría terminar mi carrera deportiva en unos Juegos Olímpicos, compitiendo en mi categoría y sin todo el lío que ha pasado este último año con el buen ciclo olímpico que he hecho desde 2017, así que sí voy a seguir». Así, invitó a la gente «que especialmente la más cercana sabía que no estaba en mi mejor momento», a que «continúe siguiéndome, porque queda Lydia Valentín para rato».

Reconoció que en esa decisión había influido precisamente el hecho de haber vivido una clasificación tan tortuosa, afirmando que «la Federación Internacional hace lo que le da la ganay eso no es bueno para el deportista, personalmente no tenía claro si me iba a retirar después de Tokio, pero sí es cierto que después del ciclo que he hecho no poder participar en mi categoría porque por una gastroenteritis no pudiera estar en el Europeo no me ha parecido lo más justo, quiero estar en unos Juegos como yo soy, en mi categoría y dar el máximo». Pese a todo, incluidas las restricciones vividas en estos Juegos, afirmó la berciana haber vivido una experiencia olímpica «bastante buena, me he sentido feliz y el rollo de la villa de ilusión ha sido casi igual a otros Juegos, quizás fuera no se note tanto que se están haciendo aquí los Juegos, pero yo los he vivido más o menos igual».

Explicó Lydia que su retirada se debió a «problemas en mi cadera, llevaba ya desde España con ellos y esta semana ni siquiera sabía si podría competir, me trataron en la villa con lo complicado que es, porque si no no hubiera podido estar hoy aquí, el hecho de haber cerrado la competición con el dos tiempos ya me ha hecho renunciar a lo siguiente porque no me encontraba bien y no valía de mucho». Así, señalaba que «ya en la arrancada no me sentía bien, no desplazaba bien las piernas, me costaba ir abajo y en los dos tiempos vi que se me complicaba, intenté calentar un poco más, pero tenía bastante dolor y que no iba a modificar mucho así que decidí no salir y ahora a recuperarme al cien por cien que es lo que más me interesa». Además, pese a las buenas sensaciones que dejó en los primeros intentos, dejó claro que «desde el principio me conozco perfectamente y sé cómo muevo los pesos días antes, llevaba varios días sin entrenar, ayer hice algo de movilidad y sabes que no puede ser, milagros no hay». En ese sentido, reconoció que su salud «se había resentido» con motivo del cambi ode categoría «y el tener que subir de peso tan rápìdo, la federación internacional cambia las normas dos meses antes de los Juegos y la gente no sabía por dónde salir, no sabía que tipo de clasificación debíamos hacer y el entorno estaba muy perdido, no creo que eso sea bueno para el deportista».

Sobre el caso Hubbard


Casi cada haltera que pasaba por la zona mixta después de competir desde que comenzara este deporte en los Juegos Olímpicos de Tokio ha sido preguntado por el caso de Laurel Hubbert, la primera atleta transexual que compite en halterofilia en una cita olímpica, concretamente unas horas después de lo que lo hacía la berciana. Estuvo muy sensata la de Camponaraya que reconoció «no tener un criterio sobre el tema, es algo nuevo para todos, para la Federación también, pero no sé hasta que punto puede ser o no justo». En ese sentido, también fue clara dejando apartada la posibilidad de que «abra una puerta a nada, puede pasar excepcionalmente, pero nadie por una medalla olímpica se cambiaría de sexo».
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