Hasta los huesos

Me da mucha pena tener que volver a leer noticias sobre mujeres asesinadas. El caso de Laura Luelmo me toca la fibra, porque prácticamente era de mi edad y podría ser perfectamente cualquiera de mis amigas. Cada vez que salen nuevas informaciones sobre la investigación se me remueven las vísceras. Pensar en el calvario que tuvo que sufrir desde que se encontró con ese malnacido hasta que la mató, me pone los pelos de punta. Y el sufrimiento por el que estarán pasando sus familiares y su novio cala hasta los huesos. Pero como en la mayoría de los casos, y aunque un acto así no tiene justificación, siempre se crea cierta polémica. Porque los humanos somos muy humanos y nos gusta opinar de todo. Hasta ahí bien, es normal, pero ya cuando se mezclan temas y se aprovecha la ocasión para linchar a aquellos que no comulgan con lo que pensamos, todo se desvirtúa. Esta semana las redes sociales han sido un hervidero con el tema, como suele pasar. Se ha comparado el suceso con el caso de La Manada, que en mi opinión no tiene nada que ver, se han vuelto a reivindicar los derechos de las mujeres, la necesidad de un cambio en la ley, etc. Me parece bien, y de hecho estoy de acuerdo. Pero de ahí a que una ‘influencer’ de este país, al leer todas las cosas que se estaban diciendo, de una opinión –como ha hecho todo hijo de vecino, pero con mucha menos repercusión– para decir que no se debería meter a todos los hombres en el mismo saco y que también hay hombres que protegen a las mujeres, parezca que se la tenga que apedrear por ello, no lo entiendo. Todos exigimos respeto, libertad de expresión, derechos para las mujeres… cuando somos las propias mujeres las que nos enterramos unas a otras en muchas ocasiones. Por ese comentario le han deseado la muerte y le han insultado de todas las maneras posibles. En lugar de mostrar respeto y empatía ante este tema, la gente se dedica a meterse en guerras absurdas detrás de una pantalla. Y mientras, para otros, seguramente sean las peores navidades de su vida.