Hasta la Santina acudió a él

El padre Joaquín Aller, el leonés de ‘los falsificadores de Dios’, también tuvo un papel fundamental en la custodia en París y regreso a Covadonga de la imagen más querida por los asturianos, su famosa Santina, pequeña y galana

Fulgencio Fernández
16/08/2020
 Actualizado a 16/08/2020
En Asturias se recibió como una gran fiesta el regreso de la Santina a Covadonga en marzo del año 1939.
En Asturias se recibió como una gran fiesta el regreso de la Santina a Covadonga en marzo del año 1939.
La investigación de Santiago López Rodríguez sobre ‘los falsificadores de Dios’ le ha permitido conocer otros aspectos de la vida de sus protagonistas, y en el caso del leonés Joaquín Aller «resucita» otra singular acción del claretiano de Campo de Villavidel que estos días se está repitiendo en la prensa asturiana bajo titulares como «El cura que salvó judíos en París y a la Santina en Asturias» que titula La Voz de Asturias con este subtítulo: «El padre Joaquín Aller ayudó a salvar la vida a perseguidos por los nazis y fue una pieza clave para que la talla de la Virgen de Covadonga regresase al Principado tras la Guerra Civil», por elegir uno de los muchos similares que estos días se repiten.
Se refieren a la participación del claretiano leonés en la custodia de la famosa imagen en París y su intervención para que regresara a su tierra, en colaboración con un funcionario que se le presentó a Joaquín Aller como «un comunista asturiano». Recuerda López Rodríguez que es verosimil esta circunstancia, que él pudo conocer de manera ‘tangencial’ en sus investigaciones, pues «El papel del padre Aller y la Misión Católica Española fue decisivo. Mantenían contacto frecuente con elementos republicanos, con todos los españoles independientemente de la ideología».

La imagen de la Santina había llegado a la embajada en París, donde pasó parte de la Guerra Civil, y en un momento determinado, según investigó Silverio Cerra, un funcionario de la embajada acudió a él: «Yo soy un comunista asturiano... Es el caso que la Santina asturiana, patrona de mi tierra, está, entre otros tesoros artísticos, almacenada en la Embajada. Ésta va a ser evacuada y yo no quiero que esta imagen tan querida sufra más ultrajes». Entonces ‘el comunista’ y Aller urdieron un plan. «El claretiano le dice que la esconda, él que conoce la embajada, y queda así oculta en un pequeño hueco junto al ascensor. Cuando en marzo de 1939 las nuevas autoridades del franquismo entran en la Embajada hallan, en medio de cajas saqueadas, una sin abrir con el letrero Virgen de Covadonga». Y se prepara el traslado de regreso a Asturias en medio del alborozo de un pueblo que siempre ha mostradogran respeto, casi veneración por esta imagen.

No sólo es curiosa la figura de ‘el comunista, otras recordadas gentes de izquierdas tuvieron mucho que ver en la conservación de la Santina en tiempos complicados. José María Fidalgo, Cronista Oficial de Colunga, lo recuerda «En septiembre (de 1936) ‘desapareció’ la imagen de la Virgen, debido a que un matrimonio, trabajadores en el Hotel Pelayo, decidieron ‘protegerla’ ocultándola en un ropero del hotel. (...) Pasó a Gijón y en septiembre de 1937, merced a las gestiones del anarquista Eleuterio Quintanilla ser enviada a Burdeos. De aquí pasó a Mont de Marsan y finalmente, hacia 1939, a la embajada española en París con la presumible pretensión de su canje por algún preso político de singular relevancia».

Y allí estuvo hasta que finalmente regresó después de un curioso periplo con anarquistas, comunistas y un fraile leonés. Esta parece la causa de una copla que durante la guerra se cantaba con frecuencia en los frentes asturianos. «La Virgen de Covadonga / ye pequeñina y galana / marchóse con Quintanilla / porque ye republicana».

Y en medio, otra vez, el padre Joaquín Aller, de Campo de Villavidel.
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