Hasta la ‘República’ en madreñas

Vuelve la Romería de los Pájaros, a la segunda, a la pequeña localidad gordonesa que ellos llaman la República Independiente de Paradilla, un lugar muy pequeño, muy vacío, con tele-club y en el que pasan muchas cosas diferentes y extraordinarias, como esta cita romera en madreñas o la vigilancia de un trasgu

Fulgencio Fernández
07/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Un vecino, un pájaro, observa desde lo alto del pueblo el ascenso de la comitiva escoltada por los pendones leoneses.
Un vecino, un pájaro, observa desde lo alto del pueblo el ascenso de la comitiva escoltada por los pendones leoneses.
En Paradilla de Gordón penas viven media docena de habitantes en invierno... Y, sin embargo, a pesar de ellos o tal vez por ello allí pasan cosas extraordinarias. Como que se haya reabierto el teleclub y también sea un centro cultural de primer orden bajo el nombre de l’Abubilla. Como que se haya hecho una de las rutas de montaña más bellas y con más significado, inspirada en un relato, homenaje a la memoria de los fallecidos en un accidente minero que aún esperan justicia. Como que la ruta nazca de una gran escultura, una mano creada por Amancio González y «muy suya». Como que haya entre esos pocos vecinos y su presidente gente a la que le sobra imaginación, amigos y ganas de trabajar, de hacer cosas.

Una de esas cosas fue, en 2018, la celebración de la I Romería de los Pájaros, que no era un canto ecologista —quizás también— sino el recuerdo que en esa costumbre popular de que los habitantes de los pueblos tengan un apodo, y el de los habitantes de Paradilla es... pájaros; un nombre que el pedáneo local, José Manuel González, cree que tiene su origen en el hecho constatable de «ser el pueblo más aislado y elevado de la comarca de Gordón; tal vez sólo propicio para pájaros, que vuelan, y los pájaros humanos que por estos riscos aguantamos y disfrutamos, todo hay que decirlo. Aunque ellos también se dicen República Independiente de Paradilla, y no les debe de faltar razón.

Es su romería, que se celebrará este año los días 21 y 22 de este mes de septiembre, en la que no faltará el cordero a la estaca, pero habrá que ganarse el privilegio de degustar este manjar haciendo el ascenso como mandan los cánones más antiguos, en madreñas, como subió El Cainejo al Urriello.

Estos actos centrales y hacer la ruta citada, la del Celorio —con novedades este año—estarán arropados por los pendones leoneses luciendo el cortejo y todo tipo de actividades: la inauguración del trasgu de Amancio González; la presentación del disco ‘Triotango’, de Ildefonso Rodríguez y el vecino de Paradilla Juan Carlos Pajares, al que también dicen el pájaro, ¿cómo si no?; la subida en madreñas; la plantá de pendones; las canciones de hilar con Rodrigo y Fran, allá a las dos de la tarde del domingo y... ya sí, la hora de comer el cordero a la estaca, pulpo a feira y helados artesanos de Coladilla, por el módico precio total de 10 euros.

Y para cerrar la romería, allá a las cinco de la tarde, después de la siesta, una xuntanza d’alcurdionistas.

¡Ménudos pájaros que son los de Paradilla cuando se ponen a ello!

Y un trasgu vigilando

Un ser mitológico, «travieso y muy difícil de ver», es lo que dicen los estudiosos de estos asuntos para definir al trasgu, uno de esos duendes que circulan por la tradición oral y popular de las tierras de la montaña leonesa y también la asturiana.

Pues ese ser travieso y juguetón es el que eligió el escultor leonés Amancio González para la segunda obra suya, en los montes de Paradilla, con los pájaros, en la misma ruta donde colocó la primerea: La Ruta del Celorio.

La presencia de este Trasgu cambia las características de la Ruta del Celorio pues la convierte en circular;es decir, se llega al punto de partida. Hasta ahora era una ruta lineal que unía Geras con Paradilla de Gordón.

Explica Amancio González que esas leyendas que se cuentan del trasgu, al que se le echa la culpa de hechos sin explicación, «como se cortara la leche sin motivo aparente o que los niños de la casa comenzaran a llorar como si algo hubiera ocurrido» fueron los  que le llevaron a pensar en su figura para que vigilara desde su escondite en el monte a los caminantes, «ya que realmente les hace trastadas sin peligro, no es un ser nocivo ni maligno y su recuerdo despierta realmente sonrisas».

Así realizó una gran figura de mármol, de 200 kilos de peso y alrededor de un metro de altura, que fue necesario subir con una grúa hasta el lugar que ahora la acoge, donde será inaugurada el próximo día 21.

En definitiva, un nuevo elemento en esta ruta con el que Amancio González quiere aportar lo que más identifica sus obras: «Emociones».
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