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Hasta Goya escuchó al campeón leonés

07/02/2019
 Actualizado a 13/09/2019
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No me importa reconocer que las galas de los Goya me provocan el mismo efecto que la kryptonita al señor que surca el aire con pijama azul y capa roja o el agua bendita a la niña del exorcista. Vamos, que siempre me ha parecido una tortura para los ojos y para los oídos, porque lo que hay que ver y escuchar de algunos y algunas de las especies que forman parte del reino animal del cine español roza lo ridículo, hipócrita y oportunista. No sé si lo saben, pero el motivo de haber elegido a Francisco de Goya para apadrinar estos premios es su sordera, ya que así la organización se evita que vuelva de ultratumba a poner una querella tras escuchar algunas de las estupideces que se pueden oír en un acto que él apadrina sin haberle preguntado. Por esta razón, cuando llega la fecha en cuestión, no me digan por qué pero se me ocurren cientos de cosas que hacer, algunas de ellas muy aburridas, pero que sin duda son mucho más beneficiosas para mi salud mental. Y esto incluye rechazar la invitación de una buena amiga, que no me digan cómo y por qué, pero tiene la genial idea de esa noche celebrar un aquelarre en su casa para participar en lo que ella llama ‘porra de los Goya’. Entiendo que esto es a causa de un síndrome al que todavía no se le ha dado nombre, pero que por ello no deja de ser real.

Por todo ello, entenderán que hasta el día siguiente no tuve conocimiento del discurso que nos regaló nuestro paisano Jesús Vidal tras ser elegido como mejor actor relevación por su papel en ‘Campeones’. Con esta película me pasó lo mismo que cuando en la juventud un amigo te taladra el oído durante días con lo espectacular que está la prima que viene de visita y luego cuando la tienes ante ti, aunque cumpla al 99% todos los cánones de belleza al tener unas expectativas tan altas no te parece tan guapa. Cuidado, esto también pasa a la inversa con la visita de un primo, lo digo a modo de antibalas ante las ráfagas procedentes de ciertas trincheras. Pues eso, que tras visionar ‘Campeones’ me quedóesa sensación de ‘ha estado bien, pero pensaba que iba a estar mejor’. Una reflexión que también me retrae a mi juventud y seguro que también a la de muchas de ustedes y no hace falta entrar en más detalles ¿verdad?

Pero miren lo que les digo, me da igual si esta película ha sido infravalorada o si Jesús Vidal ha sido realmente el mejor actor revelación del año pasado en nuestro cine. Tras escuchar la lección de vida y de amor que nos dio mientras acunaba en su brazo a Francisco de Goya, los méritos de su victoria quedan en un segundo plano. Las palabras que fue hilvanando hasta construir un discurso sencillo, natural y sobre todo sincero sí que son merecedoras del mejor galardón. Es más, si la organización hubiera sido inteligente debería haber finalizado la gala tras las palabras de Jesús Vidal, ya que lo de antes y después se convirtió en meros adornos artificiales. Estoy seguro de que hasta el propio Francisco de Goya escuchó las palabras del campeón leonés a pesar de su sordera, y es que los mensajes dichos desde la inteligencia y el amor no tienen límites.

Si tuviera que elegir una palabra para definir la actuación de Jesús Vidal en los Goya sería sinceridad. Y esta cualidad se tiene o no se tiene. Hay expertos en su simulación, pero salta a la vista que son meras imitaciones cuando por ejemplo ves y escuchas a una persona como Jesús Vidal, quien ante un micrófono para mí ha hecho hasta el momento el mejor papel de su vida y lo que es más destacable, en la película de la vida real. Estoy cansado del papelón que hacen ciertos deportistas, políticos o empresarios de éxito cuando agradecen públicamente el apoyo de sus familias al recibir algún reconocimiento o premio, cuando en realidad lo último que les importa es precisamente la familia. Pero en el caso de Jesús Vidal cada una de sus palabras desprendía sinceridad y realidad, y es esto precisamente por lo que consiguió llegar a los corazones y conciencias de todos los que le vimos y escuchamos.

Pero además, todos los leoneses debemos hacer una segunda lectura de su discurso, además de la estrictamente sentimental. Este campeón nos ha demostrado que no vale de nada el victimismo y que los objetivos sólo se consiguen con esfuerzo, trabajo y superación, así que tomemos nota, dejemos a un lado las quejas continuas, estén o no justificadas, y centremos nuestros esfuerzos en seguir adelante y luchar codo con codo para conseguir que nuestra tierra también sea una campeona.
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