dario-prieto.jpg

Haga el favor de ‘fliparse’

21/02/2021
 Actualizado a 21/02/2021
Guardar
Siempre sentí envidia por los ‘flipados’. Los maravillados de sí mismos. Los que no tienen pudor de mostrar lo que más les valdría ocultar. Los que, al menos en España, terminan haciendo cosas.

Es envidiable esa energía con la que se levantan cada día, mientras al resto no nos sacan de la cama ni los GEO. Y es curioso cómo existen predominios geográficos: todos podemos mencionar un par de ciudades o barrios donde los ‘motivados’ marcan el ritmo, mientras en otros lugares lo que prevalece es la desgana y el descreimiento. Es inevitable pensar en la moral católica impuesta desde el Antiguo y Nuevo Testamento, con todos esos ricos y vanidosos condenados y ridiculizados, mientras los modestos (los «esclavos», que diría Nietzsche) se ganan el reino de los cielos. Una moral que ha florecido especialmente en la Meseta, donde cualquiera que pretenda sobresalir es como esa remolacha de Hegel: la primera a la que castiga la hoz.

Mismamente aquí mismo, en este trozo de papel y en este pedazo de pantalla, cuesta muchísimo el uso de la primera persona del singular. Terrible error, pues sólo desde el «yo, mí, me conmigo» se consiguen ir superando los obstáculos, empezando por los que se pone uno. Ojalá tener esa capacidad, la de decirse «soy la hostia» y no sentir ridículo.

El cinismo es una herramienta defensiva. El reírse de todo y no tomarse nada en serio previene el desengaño y la frustración cuando nos ilusionamos con algo. Es sencillo y funciona. Nos protege como una armadura demasiado pesada con la que no podemos movernos. Los flipados caminan ligeros, expuestos a los dardos de los que les ven el ‘cartón’. Pero da igual, al menos ellos se mueven. ¿Hacia dónde? Es lo de menos. En una sociedad podrida y desnortada, hay que ir tirando, como sea y en el lugar que sea.

Por eso hay que hacer un esfuerzo. Estamos cansados después de casi un año de pandemia, vemos pasar a políticos, ricos y poderosos delante de nuestras narices dictándonos órdenes aleatorias, las condiciones de vida se van haciendo menos llevaderas y el «encefalograma plano», como dice el músico y productor Alizzz, nos va comiendo. Lo fácil sería ‘sudar’ de todo y tumbarse a ver el mundo arder, como el ‘meme’ del perro tomando un café en una habitación en llamas. Pero desde aquí, desde estos modestos 2.500 caracteres, recomiendo encarecidamente no seguir ese camino. Aunque sólo sea porque alguien tiene que darnos al resto material con el que reírnos.
Lo más leído