Hacia la silla de ruedas autónoma

La tecnología más potente de detección de obstáculos que ya incorporan cientos de modelos de vehículos ya se puede adaptar a las sillas de ruedas. Lo demuestra una investigación de la Universidad de León y el Centro de Referencia Estatal (CRE) de la Discapacidad y la Dependencia, en la que su autora, Saray García Fernández, ha logrado incorporar sensores a una silla de ruedas para que avise al usuario de que se ha encontrado con algo que impide su perfecta circulación o que le puede generar un choque u otro tipo de imprevisto. Se trata por tanto de una iniciativa que permite a la persona evitar que pueda tener cualquier accidente ya que un pitido avisa de la colisión, tal y como ocurre con los vehículos que ayudan en el aparcamiento o los que suenan cuando se va marcha atrás.

La presentación de este proyecto tuvo lugar este jueves durante la ‘Jornada de sensores ultrasónicos para sillas de ruedas eléctricas’, en la que la propia estudiante de la ULE explicó cómo desarrolló esta investigación como trabajo de fin de grado en la Escuela de Ingenierías Industrial, Informática y Aeroespacial bajo la supervisión de los profesores Luis Panizo y Javier Alfonso Cendón.

Según explicó a este periódico la directora del CRE de San Andrés, María Teresa Gutiérrez, se trata de «un diseño con Arduino que utiliza unos sensoresultrasónicos», aunque es «tecnología de bajo coste», puesto que estos dispositivos cuestan unos 60 euros. «Estos sensores avisan con un pitido en el momento en el que a determinada distancia te encuentras con un obstáculo», detalló.
Por eso es ideal para «evitar choques con mobiliario, pero también con personas que se crucen». Y es que una de las cuestiones que trata de evitar este tipo de tecnología son los golpes que las personas que están en silla de ruedas reciben con frecuencia. «Es bastante común que se rompan dedos o se golpeen», afirma Gutiérrez, de ahí que la iniciativa partiera del CRE y se buscara en la ULE la posibilidad de desarrollar el proyecto, que se ha culminado tras seis meses de trabajo de Saray García Fernández con seis usuarios del centro que tenían diferentes grados de discapacidad, aunque «todos podían oír bien», puesto que la forma de avisar es con un pitido para que así pueda evitar la colisión.
Los sensores detectan los posibles obstáculos y emite unos pitidos para que el usuario se dé cuenta
Pero la ventaja de este proyecto va más allá del aviso de que la silla de ruedas puede chocar con algo o alguien. Porque este tipo de tecnología ofrece una serie de posibilidades inmensas, tal y como ocurre con los vehículos.

Hay que tener en cuenta que no tiene por qué avisar con pitidos, ya que se puede adaptar a la discapacidad del usuario, por lo que las vibraciones u otro mecanismo servirían para extender esta tecnología a cualquier usuario. «Pero también se puede lograr que cuando la persona tiene un choque o una urgencia, pueda llamarse al 1-1-2», resaltó Gutiérrez, que explicó que el desarrollo de estas aplicaciones pueden ir mucho más.

Puso para ello como ejemplo las posibilidades que ofrecen sistemas como Google Maps, que permitiría que «una silla de ruedas pueda ir de un sitio a otro de forma autónoma», es decir, que se pudiera programar el recorrido, ya sea dentro de una vivienda o en la calle.

«Otra opción sería poder variar la velocidad o incluso detener la silla de ruedas cuando va a colisionar», agregó la directora del centro, que destacó que las posibilidades son numerosas a partir de esta investigación. 

Todas estas aplicaciones futuras tendrían que ser desarrolladas por empresas externas, de ahí que la idea es que se pueda exponer este proyecto para que las compañías puedan ir más allá de la iniciativa original, siempre en coordinación con la autora del estudio, la Universidad de León y el propio CRE de la Discapacidad y la Dependencia.