– En este ‘Cuento del lobo’ curiosamente no aparece el lobo, ¿cómo se entiende?
– Así lo he querido y creo que con toda la lógica del mundo. Trato de dar voz a todos los implicados y el lobo realmente no tiene nada que decir;él está ahí, por decirlo de alguna manera hace su trabajo. El llamado conflicto del lobo es entre humanos.
– Si es entre humanos, ¿qué papel juega el lobo?
–Es el que marca la brecha, lo que yo llamo la bisagra rota entre el mundo rural y el urbano.
– ¿Qué o quién marca esa brecha, la bisagra rota?
– La marca el lobo o, dicho de otra manera, la mirada sobre el lobo. Si lo miras desde el mundo rural está demonizado, es odiado; pero si lo miras desde el mundo urbano ves que lo tienen idealizado.

– La demonización desde el mundo rural se puede entender por los daños que causa pero la idealización desde el medio urbano, ¿a qué cree que se puede achacar?
– Yo tengo mi teoría. El lobo significa para el mundo rural la imagen de lo que ha perdido. Los humanos hemos renunciado a ese componente de salvajismo y libertad que disfrutamos y lo vemos en el lobo, de ahí que idealicemos su imagen.
– ¿No hay posibilidad de acercamiento entre estos dos mundo separados por esa bisagra rota que ‘dibujamos’ en el lobo?
– La convivencia es posible;tiene que serlo, si lo ha sido durante miles de años tendría que serlo también en la actualidad pero tal vez con concesiones de ambas partes.
–Por ejemplo.
– Creo que al mundo rural se le exige demasiado. Es cierto que debe adquirir nuevas sensibilidades, por ejemplo con el cuidado y conservación de la naturaleza, pero a la vez se hace imprescindible que el mundo urbano adquiera nuevas sensibilidades con el mundo rural.
– ¿Dónde nace esa falta de sensibilidad?
– Hacer políticas desde el mundo urbano para aplicarlas en el mundo rural es muy peligroso y es lo que ha estado ocurriendo, así estamos donde estamos. Creo que eso es lo que ocurre con la nueva ley, que está resultando tan polémica, que no está consensuada con los afectados, que no se ha escuchando al mundo rural, una vez más.
– ¿Cómo fue el proceso de acercamiento y conocimiento del mundo rural para este documental, para entender a esos últimos pastores de la Cordillera Cantábrica?
– Apasionante y largo, lleno de respeto. Han sido dos años de convivencia,con muchas conversaciones, muchas noches que nosotros llamamos de cabaña, comiendo y durmiendo con ellos, para romper la barrera de la distancia, no queríamos idealizarlos sino grabarlos de forma natural, como son ellos, que se sintieran cómodos para que saliera lo que tienen dentro.
– ¿Y la batalla entre naturalistas y pastores?
- Es la misma historia, la otra cara de la moneda. Cuando los naturalistas no escuchan al mundo rural realmente están perjudicando al lobo, al que protegen por el mero hecho de existir, y es comprensible, pero si se convierte en una batalla ya solo se piensa en la victoria y eso es peligroso. Insisto, la convivencia es posible pues lo ha sido siempre y si hemos llegado juntos hasta aquí será que algo bien estábamos haciendo. No puede ser que en 2022 no seas capaces de asimilar las lecciones aprendidas.
– Habla de ‘Salvajes’ como un western del norte, ¿quién es el sheriff, el forajido, el pistolero, el bueno, el malo...?
–No lo resolvemos. El planteamiento de western es como una película vibrante, que te enganche, te plantea una realidad y cada elige lo que piensa de lo que realmente se plantea, el conflicto entre el mundo rural y el urbano ¿El bueno? Allá cada cual.
– ‘Salvajes’ está teniendo unéxito casi impensable en undocumental.
–Creo que tiene que ver con el planteamiento de western, de película que engancha en unos parajes realmente atractivos.