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Habrán sido los rusos

14/03/2019
 Actualizado a 12/09/2019
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San Petersburgo. Número 55 de la calle Savushkina. 03:00 horas del sábado 9 de marzo. Alexander Popov teclea un comando en una de las plantas de esta ‘granja de trolls’ y ‘fábrica de noticias falsas’ que tiene como destino territorio español, más concretamente Castilla y León. Y a las 10:30 hora local vuelve a teclear la misma serie de letras y números. En sólo unos segundos el pulsar de sus dedos sobre el teclado de su ordenador tiene una reacción inmediata, la candidatura de Silvia Clemente a las primarias de Ciudadanos en Castilla y León recibe a partir de las 01:00 horas 50 votos en el primer ataque y posteriormente otros 30 votos a partir de las 08:30 horas. Todo concuerda si tenemos en cuenta la diferencia de dos horas entre San Petersburgo y Madrid.

Visto así, podría ser el inicio de una interesante novela que mezclara ficción y realidad e injerencias de potencias extranjeras en nuestro país. Lo reconozco, me he venido arriba con la Madre Rusia y todo por culpa del periodista Vicente Vallés, quien estuvo en tierras leonesas hace unos días presentando su último libro ‘El rastro de los rusos muertos’, en el que cuenta al lector el goteo misterioso de muertes, más o menos extrañas, de compatriotas del camarada Vladimir Putin. La diferencia es que lo que narra Vicente Vallés no falta a la verdad, mientras que en mi párrafo inicial lo único que es cierto es el final, que no es otro que un intento de fraude en unas primarias de un partido político. No obstante, siempre nos quedará el comodín del público de «habrán sido los rusos» para justificar cualquier situación que escape a la lógica de la moral y a los principios más puros de la democracia.

Y no sé por qué me da, pero creo que nos esperan unas semanas en las que los rusos tendrán que hacer horas extras para justificar todo lo que pase en nuestro país, en nuestra comunidad autónoma y en cualquier ciudad o pueblo de la región que alguien bautizó un día como Castilla y León.

Volviendo al tema de las primarias de Ciudadanos, el más viejo del lugar diría apoyado en su cacha eso de «lo que mal empieza mal acaba». Y no le faltaría razón. Lo que algunos quisieron vender como un fichaje galáctico, se ha convertido en una estrella estrellada. El apoyo manifiesto y sin complejos desde los madriles a una de las candidatas, que es de todo menos nueva en política, se ha convertido en un suicidio que ha traspasado las fronteras de Castilla y León para ser noticia en todos los informativos nacionales. No sé lo que estarán pensando Rivera y Arrimadas, pero creo que no se fiarán mucho más del ojeador que vio a Silvia Clemente como la mejor opción de su partido a las elecciones autonómicas.

El querer utilizar este caso como un ejemplo de limpieza democrática por parte de Ciudadanos es lógico y previsible, pero no se lo cree ni el mismísimo Alexander Popov, si es que existe. Compraría este argumento si desde la Comisión de Garantías y Valores hubieran actuado de oficio y no tras la denuncia de un afiliado. Y lo más importante, esto no debe quedar aquí. Ahora tendrán que seguir investigando para detectar el origen de esos votos fraudulentos y la persona o personas que mandaron y ejecutaron este tiro de gracia a los principios de unas primarias y de cualquier proceso democrático. Hasta el momento, la única acción-reacción ha sido la dimisión de Pablo Yáñez, secretario autonómico de Comunicación y miembro del Comité Ejecutivo Nacional de Ciudadanos, justificada por el protagonista por no haber recibido Silvia Clemente, su candidata, el apoyo de la militancia. Así que ahora Ciudadanos tiene ante sí la tarea de desenmascarar a quienes han querido utilizar cartas marcadas en la partida en la que los militantes elegían a su candidato preferido. ¿Habrá depuración de responsabilidades o el silencio será ya la única respuesta?

Pero cuidado, que al lado de Alexander Popov estaba Vladimir Sokolov, que fue el encargado de hackear la lista que Ferraz ha enviado para el Congreso de los Diputados por León, colocando a Ibán García Blanco por encima de los deseos de la militancia local que habían elegido para ese puesto a Javier Cendón. Y yo que pensaba que la opinión de las bases en el partido de mi tocayo Pedro Sánchez estaba por encima de cualquier decisión o preferencia personal... Pero Vladimir Sokolov ha conseguido lo contrario. Otra vez los rusos.

Y enfrente de Alexander Popov y Vladimir Sokolov estaba Sergey Smirnov, que fue quien se encargó de difundir los antecedentes penales o problemas judiciales actuales de varios candidatos, poniéndose según el caso azules, morados o verdes los implicados. Otra vez los rusos.

No sé ustedes. Pero ante las injerencias rusas que nos esperan de aquí hasta el 26 de mayo tenemos dos opciones. Ir anotándolas para luego escribir un libro de humor ácido que describa el nivel actual de nuestra política o abrazarse fuertemente a una botella de vodka. Yo todavía no lo tengo claro.
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