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Hablando de engaños

20/12/2021
 Actualizado a 20/12/2021
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Dicen las estadísticas y los expertos, los de verdad y los de antes, así que no piense en los datos que se modifican al antojo o necesidad de cada momento ni los presuntos especialistas que se parapetan detrás de la cámara del móvil o del ordenador para razonar una información en televisión, que la mayor parte de las personas que son estafadas nunca lo cuentan y muchas menos lo denuncian. Se dice que se da esta situación por vergüenza unas veces y porque la cantidad a reclamar no llega al coste que supondría el proceso en otras ocasiones, pero la cuestión es que la mayor parte de los timos quedan impunes.

Por ese mismo motivo y porque con este sistema judicial que tenemos, de las pocas denuncias que por estafa llegan a buen término no todas condenan al estafador y el engañado se queda con cara de bobo, nuevamente, hay cientos de engaños todos los días y muy pocos metidos en la cárcel por realizar estas prácticas que con el auge de internet se han multiplicado. Como es lógico.

Me contó hace tiempo un hijo de jueza que su madre en primera instancia condenó a un estafado por el timo de la estampita que presentó denuncia en el cuartel de una localidad gallega en lugar de condenar al embaucador, un tipo ávido para estas cosas pero que se hizo pasar por un discapacitado intelectual fingiendo que llevaba encima diez billetes de doscientos y de quinientos y se los cambiaba al que iba de inteligente por postales del Camino de Santiago que vendían a veinte céntimos en una tienda de regalos de las que abundan en la ruta y que estaba enfrente de donde se gestó el engaño.

Estamos casi metidos de lleno en la Navidad. Una nueva semana larga de fiestas después de doce meses de altibajos, decisiones y dilemas y un año después de otra Navidad que le prometieron diferente pero «con medidas necesarias» para volver «a la normalidad» y otros términos. Normalidad que uno ya no sabe ni pregunta si será la nueva o la vieja o una completamente distinta, pero después de todo esto, tal vez, sería interesante pensar cuántas veces se ha sentido uno embaucado y no perder de vista la fórmula de la jueza gallega.
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