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¡Habla bien, coño!

08/09/2022
 Actualizado a 08/09/2022
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Una vez quitado el pastor internacional, este verano he vuelto a comprobar hasta qué punto se ningunea al idioma español fuera de nuestras fronteras. Monumentos, cartas de restaurantes y bazares varios por ‘el mundo alante’ son rotulados en inglés, pero con frecuencia también en lenguas con mucho menor peso como el francés, el alemán o el portugués. Quizá sea porque mi manejo de la lengua de Shakespeare nunca pasó de los vídeos de Muzzy, pero me irrita profundamente que se haga de menos al segundo idioma con más hablantes nativos.

El extremo lo vi hace algunos años en los Museos Vaticanos. Tras comprobar cómo la cartelería explicaba la Capilla Sixtina en árabe, coreano y casi en suajili, solo pude encontrar un letrero en español que, sin recordar las palabras textuales, venía a decir algo así como: ‘El que rompe, paga’. Cría fama y échate a dormir, pero hay ciertas actitudes en las que estamos cayendo que tampoco ayudan a poner en valor al castellano, uno de nuestros grandes activos como país. Otra anécdota, esta de hace solo unos días, va:

—Bien, ¿cuál es nuestro ‘deadline’?

—¿Cómo?

—Digo que cuál es el plazo que tenemos para publicar la entrevista, Víctor…

—¡Ah, joder! Pues…

‘Parking’ por aparcamiento, ‘hall’ por vestíbulo, ‘startup’ por empresa emergente… El progreso tecnológico tampoco ayuda con sus ‘emails’, ‘links’ y ‘newsletters’. No es cuestión de aturdir con ejemplos de anglicismos innecesarios, pero sí de recordar que o cuidamos de nuestra lengua o nadie lo hará por nosotros. Tenemos detrás, o delante, o al lado, a todo un continente:el potencial de Hispanoamérica y la creciente comunidad latina de Estados Unidos. Hablando se entiende la gente y, por eso, nada une tanto a los pueblos como un idioma común.

No estamos, por tanto, ante provincianas cuestiones políticas o de convivencia con otras lenguas autóctonas. Se trata de una defensa global del español frente a quienes consideran que las grandes decisiones deben ser pensadas y expresadas exclusivamente en inglés. La explicación de que vivimos en un mundo globalizado no deja de ser dar brincos entre dos extremos que son, a su vez, caras de la misma moneda: un elitismo simulado y una ignorancia que tiende a simplificar.

El español es el idioma en el que se ha escrito buena parte de la historia, la lengua madre de muchas de las mejores obras de la literatura universal. Merece una posición lingüística hegemónica y sus 500 millones de hablantes debemos encabezar esa cruzada. Por eso, cuando alguien venga con que cuál es nuestro ‘deadline’, con que si hacemos un ‘break’ o con que va a colgar un ‘post’, no nos queda de otra que tirar de casticismo y contestar: ¡Habla bien, coño!
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