Guillermo y Juan Andrés, sacerdotes del medio rural en León

Uno en la zona de Puebla de Lillo y el otro en la de Valdepolo, cuentan su experiencia dando misa en varias localidades

Sergio Jorge
10/09/2017
 Actualizado a 16/09/2019
Guillermo y Juan Andrés.
Guillermo y Juan Andrés.

Guillermo, el diácono de Puebla de Lillo y alrededores

El ejemplo de Guillermo Álvarez es el de cualquier sacerdote de las zonas rurales de León que tiene que visitar varios pueblos cada fin de semana. Pero su caso es a la vez diferente, puesto que aún no es cura, ya que será ordenado antes de fin de año, pero en su calidad de diácono puede «administrar sacramentos como bautizar, casar, hacer exequias». «Pero lo único que no puedo es consagrar», apunta este clérigo que actualmente administra once parroquias del ariprestazgo de Curueño-Porma: Puebla de Lillo, San Cibrián, Orones, Cofiñal, Isoba, Redipollos, Solle, Pallide, Reyero, Viego y Primajas.

«Tengo presente que se trata de una vocación de entrega, porque el número de clérigos es cada vez menor y hay que estar dispuesto a darse a lo que te piden, a darse a las parroquias, a la pastoral», explica Guillermo. Por eso se organiza cada fin de semana con la satisfacción de la labor que lidera cada día, en la que pese a ser diácono, «estos oficios son exactamente iguales que la eucaristía: se distribuye la comunión, se anuncia el Evangelio, se da la bendición a los fieles, pero no hay consagración, que está reservada a los sacerdotes».

«En estos meses de verano ha habido más actividad, porque han coincidido las fiestas patronales, y también he administrado cuatro veces el sacramento del bautismo, para cuatro niñas de estas parroquias, y cinco funerales», explica sobre los primeros dos meses que lleva en esta zona. También subraya que el invierno tendrá «otro ritmo, pero siempre hay actividad».

Según explica, desde el sábado a primera hora hasta el domingo bien entrada la tarde su actividad es frenética, puesto que debe acudir a todos los pueblos y para ello organizarse en la medida de lo posible. «A pesar de que llevo poco tiempo, ya voy conociendo a los parroquianos», apunta Guillermo, que reconoce que «la relación con ellos es muy buena». «Son conscientes de que el número de sacerdotes está bajando y  son comprensivos porque saben que cada vez tocamos a más parroquias», destaca el diácono de Lillo y demás pueblos de alrededor, que según destaca, ya cuenta con la ayuda de los vecinos, que incluso «toman la iniciativa en cosas de la parroquia» y no se lo dejan todo a él. «Estoy muy satisfecho», asegura.

"Hay que estar con la gente, no salir corriendo tras la misa"

Hasta la llegada de este verano, Juan Andrés Girón era el sacerdote de Puebla de Lillo y alrededores. Esta zona la dejó para hacerse cargo de una nueva comarca: Quintana de Rueda, Valdepolo, Villamondrín de Rueda, Villomar, Sahelices del Payuelo, La Aldea del Puente, Quintana del Monte y Villaverde de la Chiquita. Así que después de sufrir el frío de la montaña, ahora se ha establecido en la ribera del Esla, aunque como no hay casa rectoral, vive en León. Eso sí, para administrar estas parroquias cuenta con el apoyo de otro sacerdote, por lo que la organización es más llevadera. «El trabajo se acumula el fin de semana sobre todo por las misas, que ya se empiezan a celebrar el sábado, con dos o tres, y el domingo, otras tres», explica Juan Andrés, de origen guatemalteco, y que lleva unos tres años en España.

Este sacerdote latinoamericano asegura que desde el principio se ha sentido «muy acogido», derribando mitos de las dificultades que se encuentran los extranjeros en pueblos pequeños. «En la ciudad hay más gente, más oportunidades, pero no es un drama estar en los pueblos, yo me lo tomo como un periodo de formación», especifica, para el que es vital estar en contacto con sus feligreses. «Hay que estar con la gente, no se puede salir corriendo después de la misa», detalla este sacerdote que asegura que va «entrando poco a poco en el pueblo para estar para lo que se necesite».
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