19/01/2021
 Actualizado a 19/01/2021
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No sé ustedes, pero personalmente, cuando analizo el sainete al que nos tiene acostumbrada últimamente nuestra clase política, me viene a la cabeza el diálogo surrealista de los hermanos Marx en ‘Una noche en la ópera’. Aquello de: «la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte». Si tuviéramos que reproducir ese diálogo en su homólogo político, sería algo como: «el cedente cede las competencias al cesionario, pero el cesionario sólo podrá decidir si el cedente lo permite».

Que si a las ocho no se puede, que si yo pienso que sí, entonces la policía advierte pero no multa, entonces que si la gente sigue de paseo a las nueve (porque como no les va a pasar nada…). Cierto es que en muchas ocasiones sigue resultando muy triste ver como sólo se consigue obtener un mínimo de responsabilidad ciudadana a golpe de norma, pero es que.., no nos vamos a engañar.., nos lo están poniendo muy difícil para entender nada de lo que está pasando, cuando ni tan siquiera entre ellos se llega un mínimo común denominador.

Y por si el ‘bicho’ no hubiera puesto de relieve ya todas nuestras carencias políticas y las penurias más evidentes de nuestro estado de las autonomías, llega Filomena para dejarnos bien claro que, pase lo que pase, para nuestros políticos lo importante no es buscar una solución, sino lanzarse bolas de nieve de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, convirtiendo esa batalla, una vez más, en una buena propaganda electoral.

Así que, sin buscar culpables, que podrán ser todos, algunos, o ninguno, lo cierto es que ha caído la nevada del siglo en Madrid, y sí, aunque se queda lejos de las que se viven en nuestras montañas leonesas, no podemos negar que esta vez los de la ‘capi’ tienen derecho hasta a quejarse… Eso sí, supongo que por la inexperiencia o quizá cegados por lo impresionante de la situación, lo que me ha llamado la atención es ver a los madrileños saliendo a las calles, trineo y esquís en mano, a pasar un día en ‘Nevilandia’, quizá creyendo que llegaría papá estado, lo limpiaría todo y al día siguiente todo volvería a la triste normalidad.

Al margen de que podía haber existido algo más de previsión, no lo podemos negar, lo cierto es que difícilmente se puede exigir a la Administración una capacidad de solución mucho más inmediata ante semejante situación, por ello, en la mayor parte de los lugares en los que la nieve acostumbra a hacer jugadas parecidas de forma recurrente, existe la obligación de que cada cual se limpie su trocito. En el caso de Madrid, las comunidades de propietarios no tienen tal obligación, pues la ordenanza municipal de limpieza de espacios públicos y residuos no lo recoge, ya que el artículo 10 que contemplaba el «deber de colaboración de la ciudadanía» antes estas situaciones, fue derogado por una sentencia de la sala de lo contencioso administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 17 de enero de 2010 y otra sentencia de la sala cuarta del Tribunal Supremo de 7 de noviembre de 2012.

Así que, si bien es cierto que legalmente los madrileños no tenían obligación en colaborar en la limpieza de las calles, si nos permiten la crítica, un poquito de sentido común, o quizá un mayor conocimiento en estos sucesos meteorológicos, les debería haber llevado a salir a las calles con más pala en mano, y menos trineo y esquís.

Me temo que fruto de Filomena las reclamaciones por los daños en los automóviles, en las viviendas, o daños personales, que van indefectiblemente asociados a este tipo de situaciones, se van a disparar, pero ojo, porque no todo va a ser tan sencillo como pedir y cobrar. Si bien la mayoría de los daños que se hayan podido producir parece que quedarán cubiertos por los seguros de automóviles, salud u hogar, lo cierto es que es muy posible que las aseguradoras traten de eludir en la medida de lo posible su cobertura. También hay que tener presente que las nevadas y la presencia de hielo no son consideradas como un riesgo extraordinario, por tanto, ni los daños a las personas, ni los daños materiales, ni la pérdida de ingresos o lucro cesante, puede que sean indemnizados por el Consorcio de Compensación de Seguros.

Respecto de las múltiples caídas, golpes, o resbalones que ha habido, en principio hemos de suponer que éstas serán atendidas por los seguros privados, pero dadas las características particulares de esta nevada, difícilmente se va a poder derivar responsabilidad al Ayuntamiento, pues habría que probar una actuación negligente por parte de la Administración, por no haber puesto en marcha los planes previstos para situaciones climatológicas extraordinarias, y a priori, se antoja complicado.

Una cuestión de interés es que, si se declarase Madrid como zona catastrófica, los daños serían asumidos por el Gobierno, sin que nada pudiera reclamarse al Consorcio de Compensación de Seguros, por ello suponemos que se estará mirando con lupa su reconocimiento.

Aprovechando la broma de las redes, respecto de si en la próxima semana nos tocará ataque alienígena, nos preguntamos si en tal escenario la guerra política se centrará sobre quien debe acudir a sacarse la foto con la nave espacial, ¿será el Presidente del Gobierno?, ¿el Presidente de la CC.AA en la que aterrice?, ¿o mejor el pedáneo del pueblo en el que se instalen los extraterrestres?
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