05/03/2020
 Actualizado a 05/03/2020
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Qué peripuestos iban. Repugnaban de guapos. Solo faltaba la fuente de ensaladilla para que aquello pareciese la comida del día de San Bartolo en el paraíso redipollejo. Y la ocasión lo merecía, porque se trataba, nada más y nada menos, de sentar las bases del futuro de esta nuestra provincia. Ahí es nada, reeditar la foto de hace tres décadas y conseguir que esta vez sí sirva para algo, para evitar por ejemplo que en las tres siguientes perdamos otros 65.790 vecinos.

Siento ser escéptico, pero me cuesta sacarme de la cabeza la idea de que cuando todos los comensales que se sentaron a la mesa coinciden en la necesidad de aparcar de una vez el pasado y de hablar en positivo es porque todos son en cierta medida responsables de que la situación de esta tierra sea tan negativa.

Realmente hay que hacer malabares para encontrar un enfoque favorable en casi cualquier estadística que se publica sobre León y es harto complicado trasladar buenas sensaciones cuando hace apenas tres semanas salimos masivamente a la calle y denunciamos el estado comatoso de la provincia.

Eso sí, por intentarlo no va a quedar. Y para muestra, un botón, la noticia que publica este su periódico en relación a la tendencia al alza que ha experimentado la contratación de mujeres en nuestras zonas rurales. Pueden tomar buena nota las predicadoras del feminismo selectivo, esas que solo se ofenden cuando el que se equivoca es el débil y que callan al ver que solo había cuatro mujeres en una mesa en la que predominaban las corbatas y los representantes de aquellos que se llenan a diario la bocona con la palabra igualdad.

Pero volviendo a la ardua intentona de hablar en positivo, he de admitir que hay una cosa que me sorprendió gratamente. Que parece que se lo han creído de verdad, porque ninguno de los comensales que estaban sentados a la mesa y con los que he tenido la ocasión de hablar posteriormente en privado ha proferido crítica alguna contra el resto. Y es sinceramente lo más positivo que veo de la reunión, ese cambio de actitud en una tierra en la que joder al vecino parecía haberse convertido en el deporte rey. Lo demás... está por ver.
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