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Gratitud, pasión y esperanza

08/01/2017
 Actualizado a 17/09/2019
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No es arqueología. Es agradecimiento. Y expresión de fe. Y voluntad de seguir haciendo camino, con la mirada larga. Atenta al trayecto que aún queda por recorrer, con curvas cerradas y rectas dilatadas, con malos peraltes y tramos bien asfaltados, con algún banco de niebla y con atardeceres serenos. O sea, con efemérides y situaciones que, en plagio flagrante, exigen gratitud al pasado, pasión por el presente y esperanza para el futuro.

Vayamos a ejemplos, que son verificaciones. Desde tiempo inmemorial se reza un responso por los reyes de León cuyos huesos reposan en el Panteón espléndido de la Colegiata isidoriana de la capital; así se hizo anteayer. Desde el año 1600 el regimiento de la ciudad de Ponferrada acude el 1 de enero a la Basílica de la Encina, para mantener firme el Voto de la Villa en acción de gracias porque el Cielo libró a la población en su día de las arremetidas de la peste. Los Hermanos Maristas festejaron el pasado día 2, y seguirán celebrando, con una austeridad que el mundo asumepor obligación y ellos por virtud, los doscientos años desde que San Marcelino de Champagnat apostó por dedicarse a poner andamios a las personas por medio de la educación de niños y adolescentes; dentro de dos años se harán centenarios en nuestra capital. Como lo es ya la Institución Teresiana. San Pedro Poveda llegó desde Covadonga con afán por hacer que la fe cristiana se anclara en el corazón de la cultura. Aquí puso en marcha la Academia-Internado para jóvenes, que abrió una fecunda historia que llega a nuestros días; de aquellos momentos se hablará el miércoles 11, a las 7:30 de la tarde, en el Hostal de San Marcos. Enfilando los 75 años desde su fundación encontramos el Instituto de las Discípulas de Jesús, fundadas por la fuerza que el Espíritu Santo puso en el alma del beato mártir Pedro Ruiz de los Paños, tan cercanas, por carisma que no por estrategia, a los sacerdotes y a los niños, entre los cuales estuvieron en el viejo León unos, mocosos entonces, apellidados Rajoy Brey y Rodríguez Zapatero, de nombre Mariano y José Luis respectivamente.

En este juego de pasado y futuro, quede constancia también de los cambios producidos en la curia de la diócesis de Astorga. Que don Marcos Lobato, tras 37 años de brega pocas veces sosegada en la Vicaría General, disfrute de una jubilación plácida y prolongada, y que don José Luis Castro, su sucesor, se haga pronto con la aguja de marear que ayude a que don Juan Antonio, el obispo, maneje bien el timón. Que eso es gobernar.
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