Granollers 30 - Ademar 31: 'El Ademar nunca deja de creer'

Un penalti sobre la bocina de Gonzalo culmina la épica remontada del equipo leonés, que gana por la mínima un partido que perdía de 6 a falta de 8 minutos

Jesús Coca Aguilera
04/10/2020
 Actualizado a 04/10/2020
Feuchtmann consigue robarle el balón a Salinas ante la mirada de Kisselev. | XAVI SOLANAS
Feuchtmann consigue robarle el balón a Salinas ante la mirada de Kisselev. | XAVI SOLANAS
Si hay un deporte que ha vivido remontadas imposibles es el balonmano. Algunas las sufrió el Ademar, como aquellas eliminatorias europeas con Celje y Füchse en las que les levantaron 13 y 11 goles. Otra, muy reciente, aquella final de la ‘Champions ‘ de hace cuatro años en la que el Kielce iba perdiendo de nueve en la segunda parte y acabó tumbando al Veszprem.

Pero, ¿ganar un partido en el que ibas perdiendo de seis a falta de ocho minutos? Para eso ya es muy difícil encontrar antecedentes en la élite. Una situación casi inimaginable que hizo real este domingo el Abanca Ademar, que levantó un partido que tenía perdido y se llevó por la mínima (30-31) el triunfo ante un rival directo como el Granollers.

Un pequeño milagro que no debe tapar las carencias que dejó claras en muchos tramos del partido, pero que deja claro que hay una fortaleza que todo equipo de Manolo Cadenas parece tener impresa en la piel. Y es que la fe, la garra y el no bajar los brazos es innegociable. Es que el Ademar nunca deja de creer.

El cambio a atacar con siete jugadores cambió el choque para un Ademar que cerró el partido con un parcial de 0-5 Habían pasado muchas cosas antes. Una primera mitad de festival ofensivo y ventajas de hasta cuatro goles del Ademar, que metió nueve en los diez primeros minutos.Un inicio de la segunda en la que el Granollers, que ya se presentaba sin Chema Márquez ni Gassama, perdía también por lesión al recibir un golpe que le dejaba KO a otro titular como Antonio García. Y un atasco ofensivo monumental de los leoneses, que en los primeros 15 minutos de la reanudación sólo marcaron dos tantos.

Sin embargo, si hay algo que define el partido es el espectacular final. Porque a falta de ocho minutos todo parecía sentenciado, estando seis arriba (30-24) un Granollers que había sido muy superior en la segunda parte, frenando con su 6-0 el ataque leonés y encontrando una y otra vez huecos en el centro de su defensa, donde Salinas hacía el agosto y llevaba siete ‘dianas’.

Pero de repente, todo cambió, con tres factores fundamentales que influyeron en ello. Uno, el cambio táctico de Manolo Cadenas, que ante la ausencia de ideas en ataque optaba por arriesgar y atacar con siete hombres, pasando con eso a encontrar los huecos y con ello a Marchán en seis metros. Otro, la variación en la mentalidad de Granollers, que olvidó el juego alegre y rápido que venía haciendo, pasó a contemporizar y a intentar que transcurriera el mayor número de segundos en cada ataque, y con ello lo que consiguió es que acabaran llegando las pérdidas y los errores. Y el tercero que en la portería, donde Sastre había sido un muro en la segunda mitad y sin embargo ni Slavic ni Khalifa habían tenido el día bajo los palos leoneses, las tornas de repente cambiaron.

Natan y Marchán, claves en el final, fabricaron el penalti en el que Gonzalo se jugó una rosca que dio el triunfo Con esa receta la distancia empezó a reducirse. Primero con un parcial de 0-3, gracias a un penalti transformado por Gonzalo, una contra trepidante de un Natan que se soltó y participó en prácticamente todos los goles en ese tramo final, y una gran vaselina desde el extremo de Jaime Fernández.

Tres golpes que ponían al Ademar a tres... pero parecía que sin margen de error, por lo que cuando desde los siete metros Pol Valera (excepcional durante todo el choque) ponía el 30-26 a falta de cuatro minutos, de nuevo las esperanzas parecían evaporarse.

O eso parecía desde fuera, porque dentro el Ademar luchaba como si estuviera a uno. Y así, poco a poco, fueron cayendo los goles del parcial de 0-5 con el que cerró el partido. El 30-27, al encontrar Natan a Marchán y definir el pivote. El 30-28, tras una parada de Slavic, de nuevo del pivote manchego, esta vez tras asistencia de una de las mejores noticias del encuentro, un Kisselev con más minutos de lo habitual y que estuvo mejor que unos Semedo y Piechowski horribles en defensa, y además metió cuatro goles de cinco lanzamientos. Y el 30-29, ese que hacía creer que realmente era posible puntuar, en un contraataque, tras robar Marchán y acabar culminando Gonzalo Pérez.

Las caras lo decían todo en el tiempo que pedían los locales. Del ‘ay Dios la que podemos liar’ de los del Granollers, al ‘madre mía lo que tenemos a tiro hacer’ de los del Ademar. Y así llegaba un nuevo error vallesano y el empate de Tin Lucin a falta de 55 segundos para el final.

Tocaba defender con uñas y dientes el último ataque para sacar un punto que iba a saber a gloria. Y no sólo lo hizo el Ademar, sino que además forzó una pérdida que le daba incluso la opción de ganar. Era un momento de ‘autogestión’, porque Cadenas había gastado ya en los horribles 11 primeros minutos de la segunda parte sus dos tiempos muertos. Pero cuando tienes gente con el desparpajo de Natan, eso no es un problema. Encontraba el central con un buen pase a Marchán, que era agarrado al lanzar y forzaba penalti a falta de cinco segundos para la conclusión.

El Ademar, que fue 4 arriba en la primera parte, metió en los primeros 15 minutos de la segunda sólo dos goles Ahora había que meterlo. Nada fácil en ese momento. Y con el recuerdo de haber fallado ya dos en el partido. Era la hora de los valientes. Se diría que de los experimentados, pero a los siete metros se dirigía un guaje de 22 años, Gonzalo Pérez, que había metido en el partido los seis lanzamientos que había intentado. La tensión se respiraba, no había tiempo para más tras ello. Y ahí, con una sangre fría increíble, en una decisión de ‘jugón’ sin miedo ninguno, Gonzalo se la jugaba con una rosca que sentaba a Sastre y tardaba un mundo en acabar en el fondo de la red.

El Granollers no se lo creía. Los leoneses lo celebraban a lo grande. Son dos puntos, pero ganados así saben a mucho más. Y dejan claro que, con el Ademar en pista, todo es posible.
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