22/01/2021
 Actualizado a 22/01/2021
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Estamos en el día dos de la era Biden y de momento, el sol sigue saliendo por el este, aún no han intentado atentar contra él (que sepamos) y Trump se marchó haciendo como siempre, lo que le ha dado la gana, marcándose un ‘My way’, en plan Sinatra, mientras el espectacular Air Force One despegaba rumbo a su residencia de Florida. Si a alguno que yo me sé, le dejasen cambiar el Falcon por el Boeing 747, íbamos a ver, por primera vez en la historia, a un hombre sublimarse de felicidad.

Tengo mis dudas de que éste sea el final de Trump y ya hay voces que alertan de su intención de crear un nuevo ‘partido patriótico’. Aún no se sabe si esta posibilidad será fruto de un calentamiento puntual, una pataleta final o efectivamente, como hace sospechar el indulto a su exasesor Steve Bannon, sea cierto.

Si finalmente la creación de ese ‘partido patriótico’ de Trump se convirtiese en una realidad, sería su penúltimo golpe a la salud democrática de los Estados Unidos, fragmentando el voto republicano en dos y facilitando una insana perpetuación de los demócratas en la Casa Blanca.

En España sabemos bien cómo terminan estas cosas, porque lo estamos sufriendo en la centroderecha española. Una división no tanto ideológica sino de estilo, en la que la subida de tono, es bien recibida por un sector de la población, mientras el adversario político se sienta a comer palomitas mientras ve cómo les hacen el trabajo sucio.

Nunca entenderé los ataques furibundos al bipartidismo, cuando las democracias más antiguas del mundo, funcionan estupendamente bajo ese sistema, procurando una gran estabilidad.

Trump deja atrás un incremento del 36% en la deuda americana, una economía disparada como un cohete a fuerza de esteroides económicos, más de 400000 muertos por la covid19 y, sobre todo, la sociedad civil americana más dividida desde la Guerra de Secesión. Cabe destacar que de los 74 millones de americanos que votaron a Trump, muchos siguen pensando que les robaron las elecciones y esa herida va a costar mucho de curar.

Hay quien cree ver en Biden algo así como un demonio comunista y pederasta, que poco menos que va a convertir a los Estados Unidos en un país subsidiario de China, aplicando medidas radicales antiliberales. El tiempo dirá si todo esto es cierto, pero Estados Unidos tiene los mecanismos suficientes para limitar el poder de un presidente y al final, salvo matices, no hay mucho cambio de una administración a otra.

En lo que se refiere a Europa, creo que el espíritu europeísta y latino de distintos miembros de la nueva administración, nos puede beneficiar, frente al eje anglosajón que quería establecer Trump con el Reino Unido del polémico Johnson.

Mientras vemos que sucede, es momento de decir, goodbye, Mr. Trump, welcome, Mr. Biden.
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