González de Lama

Al menos un colegio de León, una calle en Valderas y otra en la capital, y un premio de poesía llevan el nombre de Antonio González de Lama; y, sin embargo, muchos no sabemos de él gran cosa. Así que, en este año en que se cumple medio siglo de su muerte –falleció el 2 de febrero de 1969–, déjame que te cuente, siquiera, cuatro cosinas sobre quien fue la persona «más influyente, desde el punto de vista cultural, en el León de los años posteriores a la Guerra Civil». Así lo afirma Antonio Trobajo en el número monográfico de ‘Studium Legionense’ publicado en 1994, a los 25 años de su muerte; una revista de la que, por cierto, aún quedan ejemplares. Yo no la tengo pero, aunque no es especialmente barata, es muy completa; así que digo yo que acabará ‘cayendo’…

Nacido en Valderas el 17 de enero de 1905, Antonio González de Lama fue ordenado sacerdote el 25 de mayo de 1929 por el entonces obispo José Álvarez Miranda, haciéndose cargo de la parroquia de Antimio de Abajo –y su anejo Viloria de la Jurisdicción–, para la que había sido nombrado ecónomo.

En 1932 llegó a la capital leonesa como coadjutor de Santa Marina la Real, aunque se dedicó fundamentalmente a su iglesia filial de San José de las Ventas, en donde permaneció hasta 1937, dejando entonces las tareas parroquiales para dedicarse a otros menesteres. Y fue nombrado beneficiado del cabildo de la catedral el 31 de diciembre de 1955, un cargo honorífico que le llegó después de no poder acceder a una canonjía para la que le había propuesto el propio cabildo.

González de Lama fue, entre otras cosas, profesor –en el Leonés, en Carmelitas, en los Maristas, en la Asunción, en el seminario–, colaborador y director del Diario de León –el periódico católico–, bibliotecario en la Biblioteca Azcárate de la Fundación Sierra Pambley, poeta, cofundador de la emblemática revista ‘Espadaña’, presidente de la Asociación de la Prensa de León…; uno de esos paisanos nuestros, en definitiva, que han dejado su impronta en esta tierra.