06/09/2020
 Actualizado a 06/09/2020
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Ya andan por los pueblos los predicadores de los aviones que van a llegar cargados de gochos, que los tiran en paracaídas con la bandera de los Estados Unidos de Florentino y Asociados, mientras los cipayos de los pueblos miramos con la boca abierta cómo vuelan los gochos y calculamos por los vientos que soplan qué cerdo será el mío, cuál será en que tiene la tripa cular más gorda para hacer aquellos chorizos gordos de toda la vida de dios, que decían las abuelas.

Así como que no quiere la cosa no falta un predicador, sin ningún interés, por supuesto, que a él le dijeron que en un pueblo de p’allá abajo que pusieron un molino que no da abasto a moler billetes de a mil duros, que le echas billetes y muele y muele, que no se estraga así le tires los fajos sin quitarle la goma que los sujeta. Que no saben que hacer con el dinero, diz que un año vino a cantar Manolo Escobar.

- Si ya estaba muerto.

- Qué más da, se desentierra, habiendo dinero... y este año por lo de las mascarillas que si no viene la Pantoja, que ya le habían comprado siete fajas en la ferretería de Cea para regalárselas.

Bueno, y hay gochos volanderos que tienen una bandoga tan fuerte —como les dan cereales de Quelos para desayunar— que se pueden hacer unos condones caseros de esos zurcidos a doble hilo que retienen más de la mitad de los espermatozoides esos.

Todo son ventajas si caes en la cuenta de que estos molinos de ahora son ¿qué digo buenos?, lo más mejor, amplía el boquerón del pajar para que te metan el dinero en casa, que igual hay que empacarlo para que entre todo.

Aunque los de la Escuela de Angelillo insisten: «Si fuera bueno nos los iban a poner a nosotros por el forro de los cojones», o como se pronuncie.

Si no lo pidió ya Cabreros... malo.
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