26/12/2021
 Actualizado a 26/12/2021
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Los residentes del 24010 no tienen nada que envidiarle a Vigo, pues apostaría que hay más vatios iluminando un cierto chalet de Las Mundinas frente al Lidl que toda la pujante portuaria pontevedresa. Más vale que lo apaguen de madrugada, o dejarán sin potencia el alumbrado público de San Andrés.

Mientras tanto, yo ni siquiera he puesto árbol de Navidad este año. ¿Cómo se quedan? He colgado una lámina de motivos vegetales del calendario del Botánico para ambientar el recibidor y agrupado un montoncito de fragantes piñas en la sala de estar y marchando. Ahora, siendo verdad que por ningún lado cuelgan bolas de Navidad, tengo la casa llenita de otras cuasi esferas mucho más divertidas, la tengo petada de globos. Globos de plástico, no de los aerostáticos que sobrevuelan León echando fotazas, que esos se me iban de tamaño y son más solemnes que festivos, y yo busco en el globerío la alegría.

Los míos, aun sin helio, son bien buenos porque no se desinflan ni queriendo. Llegaron para una fiesta y un mes llevamos con ellos por aquí. Hasta que acaben reducidos a tamaño pelota antiestrés aquí se van a quedar, porque es maravilloso tener la casa llena de globos por cómo responden a las pataditas, que en vez de avanzar hacia adelante, suben por misteriosa física y te permiten el desahogo. Es fabuloso cómo transforman la rabia en giros indolentes. Puede que a veces parezcan el recuerdo deprimente del fin de fiesta, pero es arrearles una patada y vuelven a encenderse de vida. Y cuando han perdido un poco del aire atienden todavía mejor a los deseos del aficionado futbolista, que se puede lucir haciendo las virguerías que no alcanza a hacer con el balón. No es que uno sea capaz de marcarse un recorte a la mesa de centro con el aire de Phil Foden, pero se intenta. Lo malo es que tanto fútbol total vicia, y cuando se sale a la calle y se ven esas luces de Navidad en forma de globo dan ganas de darles tremendo patadón. Contra eso lo mejor es ir explotando alguno en casa. Le pintas una carita antes para personalizarlo, le aplicas presión con discrecionalidad y ¡boom! Más alegría.

Marginal es el empleo de los globos como proyectil autopropulsado por su propia condición elástica, pero útil también para picar a tu pareja sin necesidad de cosquillas. Por contra, utilizar los globos para hacer capalobos ni se les ocurra, que es mentar al lobo y se te echan las autoridades encima.

Todo eso son los globos y mucho más. Pero no confundir con el globo que se van a coger sus sobrinos en Nochevieja, mucho más impredecible.

¡Feliz Navidad y Felices Globos!
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