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Globalización vs nacionalismos

15/04/2022
 Actualizado a 15/04/2022
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Este domingo tuvo lugar la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia con un resultado tan incierto como preocupante y es que la candidata de la Agrupación Nacional, Marine Le Pen, se volverá a enfrentar a Macrón en segunda vuelta con más opciones que nunca de convertirse en la nueva presidenta de Francia.

No entraré en etiquetar a Le Pen como política de derechas, extrema derecha o radical, lo que está claro es que está a la derecha de la derecha liberal y sus mensajes deben preocupar no solo a los franceses, sino al conjunto de la Unión Europea. Sin ir más lejos, en estos últimos días, Marine Le Pen ha apostado por sacar a Francia del Mando Aliado de la OTAN, desmantelar la Unión Europea y «acercarse» a Rusia en una posible alianza de seguridad.

Si bien, la líder de la Agrupación Nacional niega la posibilidad de un ‘Frexit’, su afirmación de que al Reino Unido no le ha ido tan mal desde el ‘Brexit’, su intención de devolver competencias a cada país miembro y que cada país elija sus propias reglas sin imposiciones desde Bruselas, dejaría un oscuro futuro a la Unión Europea, uno de los mayores proyectos políticos de la historia, para volver a políticas más propias del siglo XIX.

Lo que pasa en Francia no es exclusivo del país galo y en otros muchos países, entre los que se encuentra España, las distintas crisis económicas y sociales, un cierto hastío hacia los partidos tradicionales y el ascenso de partidos personalistas populistas, hacen tomar derivas radicales en la extrema izquierda y en los nacionalismos decimonónicos, que no auguran nada bueno.

Si bien es cierto que durante las últimas décadas hemos asistido a una globalización quizá demasiado radical, que en ocasiones ataca los derechos individuales (agricultores, ganaderos, pequeños empresarios…) es un fenómeno que creo que ha venido para quedarse y que, ante el aumento del poder de China en su hoja de ruta para hacerse con el liderazgo mundial, no podemos pretender convertir nuestros países en islas autárquicas, al margen de grandes bloques como el americano, el chino o el mismo Ruso.

Ante este escenario y animados por el aumento del tono entre nuestros políticos, los ciudadanos se van posicionando en el lado del nacionalismo o en el lado de la globalización radical, dejándose llevar por discursos y promesas populistas de «volver a ser grandes» por un lado o el de pretender una supuesta paz mundial con un desmantelamiento ideológico e identitario por el otro.

En algunas ocasiones ya les he hablado que son malos tiempos para los que nos consideramos moderados y liberales, que estamos dispuestos a mirar al futuro y a los retos que vendrán en las próximas décadas, en lugar de retroceder con cierta nostalgia hacia políticas de épocas pasadas que quizá funcionaron bien entonces, pero que hoy en día no tienen por qué funcionar.

Hay que pensar en cada individuo para procurar el bien común y no priorizar el conjunto para terminar procurando el bien individual.
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