07/02/2016
 Actualizado a 14/09/2019
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En el edificio matriz de la Institución Libre de Enseñanza, aquel chalé con jardín del Paseo del Obelisco madrileño (hoy del General Martínez Campos) cuyo solar el falangista Ángel González Palencia, al finalizar la guerra, recomendaba sembrar de sal para matar hasta la raíz del árbol del institucionismo, para él marxista y antiespañol, y que desde hace unos meses se acompaña de otro edificio moderno de exquisita y original belleza, se expone desde noviembre pasado una magnífica muestra sobre Francisco Giner de los Ríos, el fundador de la Institución Libre de Enseñanza y el considerado padre de la escuela moderna española, que todo visitante de Madrid debería acudir a ver. La muestra, compuesta por objetos, documentos, fotografías, libros y cuadros de antiguos institucionistas, algunos tan destacados como Beruete, ofrece un recorrido completísimo por la vida y la obra del considerado por Unamuno el Sócrates español y por lo que fue su principal aportación a la educación española: aquel conjunto de instituciones (escuelas, misiones pedagógicas, compañías de teatro, excursiones inspiradas en la consideración krausista de la naturaleza como un gran aula, etc.) con las que intentó llevar a la práctica en una época en la que la mitad de los españoles eran analfabetos su sueño revolucionario de la educación, que para él había de ser el motor del progreso de España y no su freno como hasta entonces.

Para los leoneses tiene un especial interés la parte de la muestra dedicada a la delegación institucionista que Giner llevó a la provincia de León merced a la intermediación de Gumersindo de Azcárate y al patrocinio filantrópico del solterón Fernando Sierra-Pambley, con los que posa para la historia, además de con Cossío, en su viaje a Villablino, donde fundó su primera escuela fuera de Madrid cuyos frutos pronto se verían: las escuelas-taller de Sierra-Pambley en Laciana no sólo acabaron pronto con el analfabetismo en el valle minero sino que dinamizaron su economía con la creación de empresas alimentarias como las Mantequerías Leonesas o las textiles Gancedo o Rodríguez, promovidas por los alumnos de la Institución. La cosa acabó como acabó, pero en la exposición de Madrid quedan las pruebas y las evidencias de lo que pudo haber sido un futuro mejor y más próspero de la provincia de León basado en la educación progresista y al alcance de los campesinos y los obreros, no sólo de las clases altas, y también un par de documentos mecanografiados en los que el Patronato de intervención de la Fundación Sierra-Pambley creado por los sublevados apenas triunfó el levantamiento militar de 1936 en León insta a la depuración de sus profesores, estableciendo incluso un cuestionario para su interrogatorio. Al pie de ellos figuran los nombres de los depuradores, algunos con calles a su nombre en la ciudad, para su vergüenza eterna.
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