18/01/2015
 Actualizado a 15/09/2019
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No hay como los deportes para aprender geografía. Estos días toca campeonato masculino del mundo de balonmano y me apresuro a buscar Catar en el mapa para hacerme una idea certera de su situación. Lo hago con cierta vergüenza, por lo que he tardado en tener un poco de interés en este minúsculo país que seguramente todos los aficionados del FC Barcelona pueden describir a ojos cerrados dado que una fundación gubernamental de ese país ejerce el patrocinio de su club. Me lleva un rato llegar a Catar, no porque sea difícil encontrarlo sino por lo fascinante que me resultan los mapas: Asia da mucho de sí, incluso si uno solamente se detiene en el viaje en la parte occidental. Y con la sorpresa que emana de la ignorancia me hago rápidamente una idea clara de este estado: una península en el Golfo Pérsico más pequeña que León (unos 3.000 kilómetros cuadrados menos) pero, ¡ay! con el doble de población que nosotros y, sobre todo, con muchísimo más petróleo. Un lugar, en fin, con dinero y, lo que es más importante, ganas de gastarlo. Así que no resulta raro que todos los lugares de interés que el país ofrece estén dirigidos al ocio: alguna que otra playa, museos, modernos centros comerciales, zocos impolutos, parques temáticos, campos de golf, el enorme paseo marítimo de Doha, con un ‘skyline’ fabuloso, y estadios. De fútbol, de tenis, de lo que sea. Como los tres que han sido construidos para este mundial de balonmano, uno de los cuales, por cierto, debe su iluminación a una empresa española. Otra ‘empresa’ española ha sido contratada para este mundial. Medio centenar de españoles, cuyo grueso está formado por conquenses y apoyado por algún gallego, han volado a Catar en un todo incluido para apoyar a la selección catarí. Lo están haciendo pero que muy bien, aportando un punto de alegría de la que carecen claramente los nativos y creando un ambiente colorista y cercano al surrealismo en unos estadios tristones y cuasi vacíos.

No se extrañen de que en los próximos meses, la canción más tarareada en Catar sea ‘Paquito el chocolatero’, una canción muy para la ocasión: « …y juntos gritar al aire/con el calor de la fiesta mora y cristiana/ mora y cristiaaaanaaa».
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