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Gente que aprende despacio

19/05/2020
 Actualizado a 19/05/2020
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Estoy leyendo una entrevista a Ken Bain, autor del bestseller ‘Lo que hacen los mejores profesores universitarios’ y, ante la pregunta de por qué eligió un curso de Arte Dramático, dice: «Dos meses después del inicio de estas clases comencé a darme cuenta de que era una de las experiencias más sorprendentes que iba a vivir, algo que podría marcarme profundamente, como así fue. De modo que decidí dejarlo y empecé de nuevo. Ahí aprendí que soy un ‘slowlearner’, alguien que aprende despacio, porque me llevó mi tiempo ser plenamente consciente de lo que estaba ocurriendo».

Aprende despacio. Siempre me ha llamado la atención esas personas que, ante una mínima información, que es posible, además, que esté sesgada, son capaces de decidir. Lo digo porque ahora, en este tiempo tan raro en el que nos ha tocado vivir, muchos, en un máster de poquitas horas, se han convertido en grandes estrategas de salud pública y pandemias, expertos en confinamientos, sabios de lo que deberían decidir los que deciden, excelentes intérpretes de lo que quiso decir este, o este otro. Y me asombra tal capacidad de análisis, de estar al minuto de lo que sucede, de tener ‘todas’ las herramientas salvadoras ‘para todos’.

Siempre que les escucho, porque ante ellos no te queda otra, me pregunto cómo les irá en la vida. La real, no la teórica. Porque este tipo de personajes, expertos en dos meses en medicina, sociología, economía real y financiera, derecho del trabajo y más, a la gente PAS (altamente sensible) las avasallan. Porque los PAS necesitan (mos) tiempo para analizar, para tomar decisiones. Tiempo. Un bien escaso, claro. Que todo es para ya.

Me da la impresión de que, en estos momentos, hay un puntito de información que no es conveniente. Todo exceso, empacha. ¿No sería más razonable que cada cual se dedique a lo que se tiene que dedicar y se centre en lo que de verdad sabe, en vez de malgastar miles y miles de horas en discusiones, polémicas, insultos y juicios de valor? Por si pudiera servir, en estos dos meses mi ‘círculo de influencia’ ha sido mi trabajo como asesor financiero, discriminando la información; mis clientes, con sus propias necesidades; la escritura, que ya tengo bastante ultimado mi nuevo libro (‘Me gusta llevar los cordones desatados’) y una web (‘macercas.com’). No he dedicado ni un minuto ‘al círculo de preocupación’, que ya hay demasiados.
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