Genética y estadística para estudiar la población de oso pardo

El trabajo, en colaboración con el Estado, Asturias, Cantabria y Galicia, se enmarca en el Plan de Monitorización de la Biodiversidad que también se centrará en el sisón, una especie con una regresión "muy alta"

Ical
01/03/2020
 Actualizado a 01/03/2020
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La Consejería de Fomento y Medio Ambiente efectuará a lo largo de este año un novedoso estudio sobre la población del oso pardo en la Cordillera Cantábrica que permitirá cruzar genética y estadística para completar la información sobre el tamaño y la tendencia de los ejemplares de esta especie, en un proyecto que se realizará en colaboración con la Administración General del Estado y las autonomías del Principado de Asturias, Cantabria y Galicia.

Se trata de un sistema diferente al utilizado de forma habitual para contabilizar osas con crías, que es un método de seguimiento “indirecto del número de ejemplares”, según explicaron a Ical fuentes de este departamento. Durante las últimas tres décadas, éste ha sido un buen formato, pero al aumentar ahora la población “se necesita complementar con otros métodos”. Las estimaciones el pasado año elevan la cifra en la Cordillera Cantábrica a entre 230 y 270 ejemplares, con 38 hembras y 66 crías.

El trabajo, coordinado en el marco del Grupo de Trabajo Nacional de la especie, en el que también participan expertos en la materia, se enmarca en el Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León, que analiza y sigue 323 taxones de fauna en la Comunidad. Y uno de ellos es el oso, especie simbólica en la Comunidad.

Por ello, las administraciones implicadas quieren trasladar un sistema que “mezcla genética y estadística” y que ya se probó hace dos años con el urogallo cantábrico, en un censo nacional que también se ha probado de forma experimental con el propio plantígrado en el núcleo oriental en un reciente trabajo coordinado por la Fundación Oso Pardo. Se está intentando poner en marcha con el visón europeo y el desmán ibérico con el objeto de realizar “una estimación de población”. La dificultad ahora reside en el área de distribución de la especie, mucho más amplia que las anteriores, ya que engloba cuatro regiones.

“Es una metodología estadística con criterios estandarizados. Se recogen excrementos y pelos en el área de distribución. No vamos a contar ejemplares que veamos, sino que se elabora un diseño de muestra mediante captura y recaptura apoyada en los elementos recogidos y se hace una identificación genética de ejemplares”, resumen desde la Consejería de Fomento y Medio Ambiente.

La Junta, además de técnicos, agentes medioambientales y celadores, cuenta con otros aliados para encontrar ese rastro que determine el censo genético, como son los miembros de las ‘patrullas oso’ en Alto Sil, Montaña de León y Montaña Palentina de la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León y la colaboración de la Fundación Oso Pardo.

La relevancia del sisón


Durante 2020 se encuentra planificada la realización de diferentes seguimientos de especies protegidas, enmarcados todos ellos dentro del Plan de Monitorización. En concreto, la Junta, con la participación de técnicos y agentes medioambientales y celadores de medio ambiente y el apoyo técnico de la Fundación del Patrimonio Natural de Castilla y León, ha realizado en enero el censo regional de aves acuáticas invernantes en más de 300 humedales de la Comunidad, en el que se evidencia un descenso a la tercera parte de los que había en los años 80, es decir, una caída desde 120.000 a 40.000 ejemplares. También, se ha ejecutado el censo de milano real en gran parte de la Comunidad, del que aún hay que analizar los resultados.

Durante los próximos meses, especialmente entre los meses de marzo y junio, se llevarán a cabo los censos autonómicos de distintas especies. Algunos de ellos se realizan todos los años, como es el caso de la cigüeña negra, el águila imperial ibérica, el buitre negro y el águila perdicera.

Pero si hay un censo que este año mimarán con cariño desde la Consejería es el de sisón, enmarcado en los trabajos de seguimiento de aves esteparias que lleva a cabo el departamento, en los que invierte un “importante esfuerzo de trabajo” debido al delicado estado de conservación que presenta este grupo de especies. Se trata de una especie con una regresión “muy alta” en todo el territorio nacional, con una reducción del 80 por ciento en los últimos años, lamentaron fuentes de la Consejería. Recientemente fue incluida en la COP13 en el apéndice I de la Convención de Conservación de Especies Migratorias.

Este censo, junto con los ya realizados en 2019 de avutarda, ganga ibérica y ortega, y los previstos en los próximos años, pretenden revisar el estado de conservación actual de este amenazado grupo, así como identificar sus áreas de distribución más importantes. “Hicimos un primer censo en 2017 en coordinación con el censo nacional, pero entendemos que es necesario hacerlo de nuevo por la amplia extensión de la Comunidad”, justificaron las mismas fuentes. De este modo, se podrá incrementar el conocimiento de estas poblaciones pensando en medidas y planes de recuperación.

Para otros grupos de especies se realizarán seguimientos en ‘áreas control’ (seleccionadas por su interés y representatividad para cada una de las especies incluidas) que permiten un seguimiento pormenorizado del estado de conservación de sus poblaciones, “funcionando a modo de indicador de lo que sucede a una escala mayor, permitiendo de esta manera disponer de un sistema de alerta temprana ante posibles afecciones que puedan producir cambios en su estado”.

Otros censos


El Plan de Monitorización contempla también los censos o revisiones para este ejercicio de especies como la garza o del amenazado cangrejo de río, especie diezmada por las enfermedades transmitidas por los exóticos e invasivos cangrejo rojo y el señal, así como por la “escasa calidad de las aguas de muchos de los ríos”. El objetivo principal es la localización de las escasas poblaciones existentes en la actualidad.

Se continuará con los trabajos de seguimiento regular en ‘áreas control’ de la avutarda (periodo de celo y productividad), milano real (reproductor e invernante), buitre leonado y alimoche, así como de mesomamíferos carnívoros, realizados con medios propios de la administración, y los trabajos vinculados al visón americano y la almeja del Ebro, realizados a través de asistencias externas.

En el caso del urogallo cantábrico proseguirá el estudio del área de distribución y el tamaño de la población a partir de los datos de ocupación de los cantaderos y de la búsqueda de indicios de presencia. También continuará el proyecto de marcaje y radioseguimiento de ejemplares y de los estudios para valorar la influencia de la comunidad de mesocarnívoros sobre las poblaciones de urogallo.

En cuanto a proyectos de inversión para la anualidad 2020 se formalizarán contratos para el seguimiento de murciélagos cavernícolas y forestales, los escarabajos que se alimentan de madera en descomposición, anfibios y reptiles; topillo de Cabrera; mariposas y polillas; libélulas y caballitos del diablo.

Igualmente, se llevará a cabo el estudio para la mejora del conocimiento de las poblaciones de la “escasa” alondra ricotí, con el objetivo de suplir el déficit de información acerca de su área de distribución y estatus de población actual en Castilla y León, especie presentes exclusivamente en en algunas parameras de vegetación rala de Soria, Burgos, Segovia y Zamora.
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