Genarín y Belén Esteban

La verdad es que tiré unos cuetes cuando supe que quitaban de la parrilla (dicen que se dice así) la obra esa de teatro que no hace Lola Herrera, ‘Cinco horas (diarias) con Belén Esteban’, en lleunés Sálvame.

No es que me preocupe, siendo a la hora de la siesta no molesta, pero sí que nos dio una maturranga para la cosa laboral que estuve así de veces con ganas de ir hasta Madrid y hacer un pantano que pudieran salir de allí ni con los manguitos que nos daba don Alejandro en la catequesis cuando íbamos de excursión a la playa de Gijón con las perras que habíamos sacado de poner las filminas en la sacristía a oscuras, que solo sabía nadar Lulo porque como se tiraba con la bicicleta al río pues tenía que apañarse para salir.

Vuelvo al suco, que con la sequía que hay no es bueno hablar de pantanos. Que resulta que íbamos a ver a una mujer que cumplía 105 años, en Rodillazo o Rodrigatos de la Obispalía, y después de que la mujer hablara con la sabiduría que acostumbran aparecía una nieta que, al ver que le hacían fotos, argumentaba.

- ¿Cuánto le pagáis?
- ¿A la abuela?
- Belén Esteban no debe saber ni leer ni escribir y por cada foto que le hacen saca un dineral.

Y Mauri hasta se enfadaba, El Largo López no, decía «déjalas Trón», y le explicaba que «ya le hacemos una transferencia cuando tengamos un rato libre».
No lo teníamos nunca. Es este trajín de vida que llevamos.

Otra cosa. En estos días que quedan para la cosa de la municipalidad no me hagáis ni caso de lo que digo porque me llamaron del INEM para que trabajara de Genarín y me apunté.

- ¿Para beber orujo?
- También, pero para ser muñidor, como él. Es decir, tú haces vida normal, incluso un poco más ajetreada, y vas de bar en bar, jarra alante que se dice, y tienes que hablar en voz alta bien de los candidatos a alcalde que te paguen y mal de los que se nieguen. Lo de toda la vida, pero cobrando, como Belén Esteban, que ya es bajar al listón.