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Gel hidrorujólico

30/05/2020
 Actualizado a 30/05/2020
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En casa hemos comprado, por pura suerte, un gel hidrorujólico. Mucho vicio es lo que hay, no digo que no, pero sé que no me engaño cuando cierro los ojos y respiro en mis manos un olor a orujo gallego del mejor, como si me lo hubiera agenciado de extranjis con algún ‘dealer’ en la estación de A Rúa-Petín.

El exceso de gel hidrorujólico tal vez me ha hecho escuchar estos días ciertas cosas en la radio de mi cocina que no querría dar por ciertas. Lo que más miedo me da es que posiblemente no haya sido el exceso hidrorujólico, sino la falta de él, la que me ha llevado a soportar, sin apagar la radio, ciertas sesiones en el Congreso protagonizadas por sicofantas sicofantásticas. Hubiera preferido escuchar un tenedor rayando un plato. Al lado de algunas estridencias, me hubiera parecido la programación de Radio Clásica.

Menos mal que el fin de semana pasado me calmó la racionalidad de los vegetales y de las frutas. Qué seres tan extraordinarios. Me los volví a encontrar, después de tantos meses de ausencia, en el mercado al aire libre. Qué sensatez la de las cerezas tempranas de la zona, qué prudencia la del puerro. Al final no encontré una calabaza como la de ‘Amanece que no es poco’, esa que pudiendo estar en la mesa de los ricos y de los poderosos ha elegido el humilde bancal de un pobre viejo para dar ejemplo al mundo. No te he encontrado, calabaza, pero sabes que te llevo en el corazón.

Necesito la lógica de una calabaza para comprender del todo la visceralidad de ciertos argumentos en contra del ingreso mínimo vital. Sobre todo en estos tiempos de colas del hambre y con estadísticas que nos arrojan a la cara que la tasa de pobreza severa en España es el doble que la media europea. Esta ayuda no es ningún invento nuevo, existe en varias autonomías y en muchos países.

Menos mal que este tipo de debate no se da igual con la sanidad: creemos que es mejor que todo el mundo esté sano para estarlo nosotros también. Pues si todo el mundo tiene algunos euros en los bolsillos, tampoco es mala cosa. Pero se escuchan ideas muy raras, así que a partir de ahora he decidido echarme el gel hidrorujólico también por dentro de las orejas, para desinfectar.
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