22/12/2019
 Actualizado a 22/12/2019
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El cojonudo del padre de un colega mío llegó con su familia a mi barrio hace treinta años. Y para darle un poco de rollo al sitio, hacer comunidad y que los chiquillos disfrutasen también, montó con unos amiguetes del vecindario ‘La Peña la Gamba’. No le pusieron ‘La Peña el Puré’ ni ‘La peña la Manzana’. Le dedicaron la peña a la gamba por ser esta divertida y apetitosa a rabiar.

Pero ahora se avecinan tiempos difíciles para la gamba y su primo el langostino. Y no solo porque mi asesora de protocolo me diga que chupar las cabezas es de lo más vulgar.

No ha habido telediario que no lo mencionase y no habrá cena de Navidad en que ante la presencia de los crustáceos no se celebre toda una competición por ver quién lo explica mejor.

Que no se puede chupar las cabezas porque contienen metales pesados como el cadmio, y podemos acabar alcalinos perdidos todos.

Seguro que habrá quien no chupe las cabezas, pero luego bien que apreciará la sopa de marisco al día siguiente con el resacón. Y será cuando olvide qué le da gusto a ese caldo y cómo se hace cualquier fumé decente. Que no hay buen guiso sin este, advertía Pepe Carvalho.

Ese glotón que me empujó a probar el suquet de rape y las gambas de Palamós en Can Solé a pelo de conejo.

No hay gamba mala y las hay excelentes. Las rojas de Denia son para aquellos a los que les gustan grandes y las blancas de Huelva para los que quieren vislumbrar a qué sabe la felicidad.

Las gambas al ajillo son ideales para espabilar y en cóctel son como una visita a un museo de arqueología culinaria.

Para los langostinos no tengo tantos parabienes. Porque me llevan sabiendo a amoniaco en una ratio de uno de cada cinco desde hace mucho. Quizá cuando pruebe los langostinos de secano de Medina del Campo cambie de idea.

Dicen que están limpios de sulfitos y sabor a droguería, con cabeza cien por cien chupable, sí, pero sin garantías de que no tengan esa tripita mierdosa tan característica de los muy contaminantes langostinos de la china.

Langostinos aparte, me suena todo a conspiración urdida en Forocoches por aquellos que titularon un hilo «Las gambas son las cucarachas del mar». Y me imagino al padre de mi colega enfrentado a los mancilladores de la gamba y soltándoles: «¡No me toquen la gamba que me conozco!».
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