04/01/2020
 Actualizado a 04/01/2020
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Para los aimara, el futuro está detrás de la espalda y el pasado frente a nosotros. Es una idea contraria a la que conocemos, ya que se piensa en el futuro como el lugar hacia el que se avanza y que está delante de los ojos. Pero el concepto aimara tiene toda la lógica del mundo, porque nadie puede ver el futuro y lo único que somos capaces de contemplar es lo que ya nos ha ocurrido.

Por eso se mira al pasado continuamente, es lo único visible y cierto. Oquizás no tanto, porque mirar también es reescribir y fabular. Siempre hay recuerdos que no sabemos hasta qué punto son inventados. Para saber si las cosas fueron así, se echa mano de los que estuvieron antes, de padres y abuelos, de hermanos mayores. ¿De verdad hice eso?, se les pregunta. Pero sus respuestas también pueden ser imprecisas o fantásticas, porque todos reescribimos.

Al inicio de un nuevo año, como ya saben los aimara, se contempla el anterior y se hace balance. Como lo que venga no se puede saber con certeza, hay quien hace listas para prefijar sus proyectos. Yo también, pero este año no la he hecho. Si esas listas se cumplieran del todo, alcanzaríamos tal nivel de perfección que resultaría insoportable. Sabríamos tantos idiomas como un traductor de la ONU y nuestra forma física sería tan espectacular que para el año siguiente en vez de aspirar a «hacer más deporte», escribiríamos: «fortalecer los retináculos extensores superiores».

El fin de año me ha pillado en Galicia y muchos amigos gallegos me preguntan, con sorpresa y un tanto de retranca, sobre la petición de autonomía para León. Como en la provincia leonesa siempre se ha tratado de construir el futuro mirando al pasado, como los aimara, yo también lo hago para tratar de darles una respuesta. Sólo por pedagogía y sin excesos: no suelo llegar a la Edad Media.

En León el debate no pilla a nadie de nuevas y tampoco que muchos quieran arrimar el ascua a su sardina, aunque hay más sardinas que carbones encendidos. Los argumentos sentimentales son comprensibles pero, para mí, frágiles. Los que tienen fuerza son los sociales y los económicos. Aun así, hay razones con mucha razón y creo que deben ser oídas.
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