29/01/2016
 Actualizado a 08/09/2019
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Ya tenía hecho el artículo de esta semana. Era un buen artículo, muy sesudo, aunque no lo creáis. Trataba de como esta provincia se ha ido a pique. Como comprenderéis ponía pingando a todos los políticos que hemos tenido que padecer desde Ordoño II hasta hoy. No se libraba ni dios. Pero lo he borrado. ¡Basta ya de lágrimas!; es un poco pesado leer todas las semanas a gente más lista que yo explicando el asunto como para que venga uno y repita, básicamente, lo mismo: lo que todos pensamos, y lo que es peor, todos sabemos.

Asi que voy a hablar de fútbol, que es de lo que se habla en todos los bares de este país que se precien. Fútbol y mujeres que fuman, dicen tacos y tocan la pilila a los niños: ¡estos son temas serios y no las chorradas esas de la despoblación, el cierre de las minas y el abandono de las tierras de cultivo! Pues eso...

Voy a hablar de fútbol, pero con una perspectiva distinta: que sea lo que Dios quiera. Voy a intentar explicaros la comunión que nadie ha visto entre los equipos de fútbol y los partidos políticos.

Ejemplo: El Pepe es como el Real Madrid. Perfecto en su estructura, en los medios que dispone, en el marketing, en los fichajes... Pero no funciona. Sólo gana los partidos contra los malotes porque cuando se enfrenta a un grande, kaputt, pierde siempre. Sus fichajes suelen prepararla. Lo mismo meten la pata con tácticas mafiosas, que se van de juerga después de haber perdido unas elecciones. Son incorregibles: se creen los mejores del mundo mundial pero, al final, a pesar de todo el apoyo que reciben de sus incondicionales, la cagan un día si y otro también.

Ciudadanos: Es como el Villareal. ¡Que bien juega!, ¡como controla la pelota!, ¡como vuelve locos a los rivales con el talento de sus jugadores, sobre todo Rivera, que aparece de pronto, sin saber realmente de donde viene y que es lo que pretende en este mundillo, para lucirse en el campo! Poco más. Siempre, aunque intente subir su estatus, será el cuarto en discordia; tendrá que jugar todos los años la previa para poder jugar la liga de campeones.
Psoe: El Atlético de Madrid en estado puro, no el de ahora, sino el de toda la vida: ‘el pupas’. Siempre ha tenido buenos jugadores, pero ahora están inmersos en una depresión que no es normal. Tienen envidia a los otros, se creen que son inferiores. ¡Con todo lo que han hecho! Y juegan feo, dan patadas, empujan al contrario en el centro del campo, se meten con el árbitro, insultan, pisan a la estrella del equipo contrario a traición...; es lo que les enseña su entrenador, un tipo con pocos o ningún escrúpulo, que con la chorrada de “ir partido a partido”, enmascara un narcisismo que ni el propio Narciso (el que se enamoró de su propia imagen reflejada en el agua), podría llegar a igualar.

Podemos: Como el Athlétic de Bilbao. Iglesias parece la reencarnación de Belauste, mítico jugador de los años veinte, aquel que gritaba a un compañero: «Sabino, a mi el pelotón que los arrollo» y se metía con el balón y tres contrarios en la portería. Jugar, lo que es jugar, juega poco. Todo es visceral, increíble ansia de hacerse notar a base de fuerza y de coraje. Poco bagaje para ganar la liga o la copa de ferias. Utiliza el patadón y tente tieso para poder hacer algo positivo. No juega al toque, mucho menos al tiki-taka. No sabe, o no quiere saber, que la pasión por si sola no gana los partidos.
Estas son, bajo el punto de vista de uno, las equivalencias entre los equipos y los partidos políticos que tenemos que soportar. Poca cosa, como veis. ¡Que Dios nos pille confesados!

Salud y anarquía.
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