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¿Fútbol o literatura?

19/10/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Le di al botón de enviar. Ya estaba. Un año de trabajo y trescientas páginas enviadas a la editorial. Me quedé por un instante temblorosa: el vacío del libro terminado. Y ahora, ¿qué iba a hacer? Cuando llevas tiempo inmersa en un proyecto, éste se convierte en una obsesión. Y un proyecto que no ha sido fácil, además: un libro sobre el Real Madrid. Ya, sé que ustedes se preguntarán qué hago yo escribiendo sobre el club blanco. Sucede que después de tres novelas necesitaba un descanso, digamos, ficcional. Y sucede que también soy periodista. Así que, ¿por qué no escribir un libro de periodismo literario? ¿Y por qué no escribir un libro de periodismo literario sobre un tema que parece tan poco literario como un equipo de fútbol? Todas esas preguntas se solventaron en una respuesta: hagamos un libro literario sobre el Real Madrid.

Y ¿qué hay más literario que la Biblia?

Pues eso. Hagamos un libro literario sobre el Real Madrid tratado como una biblia. La Biblia Blanca, Historia Sagrada del Real Madrid. Eso es lo que hemos escrito mi hermano Ángel y yo. Yo la parte periodística-literaria, él la parte futbolística-literaria. Conozco las vidas de los jugadores, de los entrenadores y de los presidentes. La vida del estadio Santiago Bernabéu, la vida que se respira en su célebre grada de animación. Los mejores Salmos de alabanza al buen juego, los Proverbios que se escuchan en los bares cuando hay partido, las profecías del Apocalipsis madridista y qué sucedió cuando el Ángel Caído se rebeló: que ganó la Selección y perdió el Madrid. Hay un Génesis, un Éxodo durante la Guerra Civil hasta que llegó el Yahvé-Bernabéu, el Mesías Di Stéfano, y San Pedro Florentino. Todo está en la Biblia y todo está en el Real Madrid: poder, gloria, miserias, soberbia, gozo, desesperación.

En realidad, yo, tan poco futbolera, he descubierto que ser de un equipo es como una doctrina. Con sus mandamientos, sus buenaventuranzas, sus demonios y sus herejías. Ser de un equipo exige dedicación y fe. Pero no todos los creyentes son iguales. Los hay de misa diaria, los hay que leen las Sagradas Escrituras pero reniegan de la Iglesia, los hay que se saben el catecismo de memoria y los hay que llevan la fe en su corazón pero no la externalizan.

Y luego está los que escriben sobre esa fe siendo escépticos y al final se convierten: yo. Eso es la fe.

Como escritora me he dejado arrastrar por esa fe y la he hecho mía, la he convertido en una historia bíblica. Ahora solo tengo que esperar a que la Palabra se extienda y comprobar si esa fe arrastra también a los lectores.
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