Fundando el futuro

El pasado 28 de diciembre la Fundación Cerezales Antonino y Cinia obtuvo la Medalla de Oro a las Bellas Artes concedida por el Consejo de Ministros y cuya entrega tuvo lugar este jueves en Santa Cruz de Tenerife

Bruno Marcos
01/12/2022
 Actualizado a 01/12/2022
Los reyes con los premiados con los 32 galardonados con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte.
Los reyes con los premiados con los 32 galardonados con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes del Ministerio de Cultura y Deporte.
Mientras todo se paralizaba por la crisis económica y se nos repetía que el futuro ya no vendría, en un pequeño pueblo del noroeste peninsular un grupo de jóvenes trabajaba en unas viejas escuelas para que todos los ámbitos de la cultura llegasen al espacio geográfico en el que estaban ubicados, ya fuera el arte contemporáneo, la fotografía, la música, la etnografía, la educación, la botánica, la geología o la arqueología, entre otros. Además, lo hacían silenciosamente, comunicando con quien había que comunicar, huyendo del protagonismo, de los titulares, y eludiendo el intercambio de visibilidad a cambio de publicidad.

Allí se empezó a dibujar el croquis de unas nuevas instalaciones destinadas a ampliar ese esfuerzo y dar pulso a un territorio castigado. Después de trabajar, desde su apertura en 2008, en las antiguas escuelas rehabilitadas de Cerezales del Condado, se inauguró en 2017 el actual edificio, una metáfora en sí mismo de las ideas de la institución. Ajeno al escaparatismo arquitectónico de los años anteriores, con un impacto visual mínimo en la naturaleza y en la población que lo alberga, está dotado de un sistema energético que extrae el calor del subsuelo y obtuvo el primer premio a la Construcción Sostenible de Castilla y León; hecho en madera procedente de bosques explotados ecológicamente, fue diseñado por los arquitectos Alejandro Zaera-Polo y Maider Llaguno y dispone de más de tres mil metros cuadrados con los pies, la cabecera y la cumbre abiertos a través de cristaleras de forma que desde el interior se tiene la sensación plena de estar en la naturaleza, con arboledas y prados a ambos lados y arriba el cielo. Poseyendo una gran escala interior apenas se percibe desde fuera y no destaca, adaptado a pueblo y paisaje, en parte porque en sus muchos ventanales se ven casas y paisajes reflejados. Situado el visitante en el centro de una de las naves no tiene la sensación de estar dentro de una construcción sino en un espacio que media entre el hombre y la naturaleza.

A lo largo de su corta, pero intensa, trayectoria ha destacado en la labor de la FCAYC una línea de trabajo que conecta los tiempos y los lugares a través de las expresiones culturales; el pasado, el presente y el futuro unidos por elementos universales y no caducos que hay en lo local y en lo global, una acción que no se limita a acercar la alta cultura al medio rural sino que produce nuevas experiencias y relatos vivos.

Todo ello ha propiciado que la Fundación Cerezales Antonino y Cinia no sólo haya materializado el impulso del filántropo que la creó para desarrollar culturalmente su lugar de origen sino que ha inventado una metodología de trabajo cuyos resultados han rebasado con mucho los límites de los objetivos previstos. Así, en estos pocos años, ha traspasado las sucesivas capas geográficas, sociales y culturales —muchas veces impenetrables desde el medio rural— creando comunidad en torno a ella hasta llegar a tener eco nacional con exposiciones valoradas entre las mejores del país, con apariciones televisivas de máximo alcance o captando el interés para su proyección internacional del Instituto Cervantes. Ahora, con poco más de una década de actividad, ha sido reconocida su labor con la Medalla de Oro a las Bellas Artes a propuesta del Ministro de Cultura, aprobada por el Consejo de Ministros, que fue entregada este jueves por el Rey en Santa Cruz de Tenerife.
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