Fumadores de otros tiempos

14/12/2021
 Actualizado a 14/12/2021
14-12-2021-a-la-contra.jpg
14-12-2021-a-la-contra.jpg
Hubo un tiempo en el que el tabaco no estaba perseguido, ni siquiera era un vicio, era como una seña de identidad de los tiempos y sus gentes, símbolos de etapas de la vida.

Eran los Celtas que llaman cortos, sin filtro se decía en su época gloriosa, los elegidos por los rapaces para iniciarse en el rito de paso a la adolescencia porque eran los más baratos. Los que tenían filtro (Lola, Condal, Ducados...) eran para potentados; y ya no te cuento los que fumaban rubio. Y si era americano, me río yo de los yates de Ronaldo, Florentino o Amancio Ortega. Eso era poderío, y más con los anuncios que Winston exhibía en la tele.

Más barato incluso que el Celtas era el Ideales –en la proporción de un duro, que valía el Celtas a tres pesetas el Ideales– pero aquellos cigarros gordos y con mal acabado reventaban los pulmones al más pintado. De ahí que eran muchos los que los deshacían para volver a liarlos más pequeños y fumables con sus libritos y una habilidad en las manos que para sí quisieran quienes después fumaban chocolate. Y tan símbolo de ser paisano como podía ser la boina negra era fumar caldo, tabaco picado en la raída petaca de cuero que liaban con maestría dedos tantas veces temblorosos y trabajados.

Nunca faltaba en el kit del buen fumador el clásico mechero «para joder al viento» pues no hacía falta resguardarse del aire que apagaba las cerillas, todo lo contrario, era el viento quien atizaba la chispa que le arrancaban a la mecha a base de frotar la piedra hasta que salieran chispas.
Lo más leído