"Fue duro, me pilla con 21 años y me hunde, pero supe cambiar mi realidad"

El central del Ademar Feuchtmann  ve "inolvidable" su paso por León, destaca "no perder la confianza en mí mismo" y apunta que "nunca sentí rabia contra Cadenas, fue flexible"

Jesús Coca Aguilera
09/06/2021
 Actualizado a 09/06/2021
Feuchtmann, durante su último encuentro con el Ademar. | MAURICIO PEÑA
Feuchtmann, durante su último encuentro con el Ademar. | MAURICIO PEÑA
En pretemporada no contaba para Manolo Cadenas, que prefería que se liberara uno de los salarios más altos de la plantilla e invertirlo en otra posición que veía más necesaria. Pero Erwin Feuchtmann decidió quedarse en el Abanca Ademar, pese a no jugar ni un minuto en pretemporada, y cuando lo serio llegó acabó siendo uno de los jugadores más importantes de la escuadra ademarista. Una historia de superación, confianza en sí mismo y entrega hasta el último día, que analiza en una entrevista en La Nueva Crónica.

–Difícil que pasen más cosas en una etapa de dos años en un club...
–Quizá sea la etapa que más me ha marcado por todo: por el covid, por cómo ha sido mi situación, por haber logrado cosas importantes para el club con los mimbres que teníamos, por el carácter tan tradicional que tiene el Ademar y por la afición del club, tan cariñosa aunque muy exigente. Es una experiencia inolvidable.

–Cuando uno hace balance de lo bueno y malo, ¿qué sabor final le deja?
–Me quedo del final con el cariño tan enorme de la gente que no me lo esperaba, con mensajes de hinchas en persona y por redes diciéndome que fue sobresaliente cómo seguí defendiendo los colores del club a pesar de cualquier cosa que sucediera. En León se ha sido muy agradecido conmigo y a partir de ahí cualquier balance va a ser positivo.

–Ya con la perspectiva que da el tiempo. ¿Cómo se llevó ese verano donde el club no contaba contigo y no jugaste ningún minuto en pretemporada?
–Duro, porque el ego es el ego y al final esas cosas minan la confianza, el contexto te dice que no eres lo suficientemente bueno, que no vales. Pero conseguí no perder la confianza en mi mismo, seguí trabajando y conseguí cambiar mi realidad, que al principio era que no me quería y luego entré de lleno.

Tuve una despedida muy bonita con Cadenas, me dijo que nunca había visto lo que proyecté a los jóvenes –No sé si la gente tuvo claro que en realidad no es que no contaras por nivel, sino que prefería un jugador de otra posición en que invertirlo...
–Pero aún así uno no piensa así, con lo que se queda es que con que pasa la pretemporada y no tienes ni un minuto. Tuve que tomármelo con mucha filosofía porque duele y es una situación súper incomoda ir cada día a entrenar sabiendo que no vas a jugar.

–¿La experiencia ayudó a llevarlo y darle la vuelta a la situación?
–Sin duda, si me pilla con 21 años me hunde, creo que me habría ido un escalón más abajo, a un equipo donde jugase más pero de menos categoría, y de ahí a otro de menos, pero no fue el caso, sino que rendí de tal forma que me salió otro equipo de gran nivel como el Toulouse. Creo que ha sido una temporada crucial para mí, de las que cuando me retiré miraré atrás y habrá marcado el que pueda seguir en el alto nivel más.

–Tras una situación así, muchos entrenadores habrían dicho que no te querían y que entonces no te pongo, y muchos jugadores que ahora no me esfuerzo. No fue el caso...
–Sin duda, sé que muchos entrenadores hubiesen preferido seguir con su idea, no dar su brazo a torcer, pero no fue el caso. De hecho nunca me lo tomé de modo personal, no sentí rabia contra Cadenas ni estuve resentido hacia él, eso me hacía tomármelo con altura de miras, sabiendo que podía llegar la oportunidad. Y en ese sentido luego fue flexible buscando lo mejor para el equipo.

–¿Cómo fue vuestra despedida?
– La verdad es que tuvimos una conversación súper bonita. Yo le di las gracias porque no todos los días se encuentra gente que viva el balonmano con tanta pasión y que odie tanto la mediocridad, es un resumen de mi filosofía; y él me destacó que lo que yo había proyectado para la gente joven él nunca lo había visto, y destacó mi esfuerzo en un año muy complicado.

El equipo tenía chispas de genialidad, pero era tan joven e irregular que faltaba continuidad y consistencia –¿No recordasteis lo del verano?
–No hacía falta, eso quedó hablado y cerrado tras la pretemporada en una reunión en la que él me dijo que me iba a usar y a sacar el máximo. Ahí terminó y eso fue lo que sucedió.

–La grada te lo reconoció en ese último partido frente al Granollers...
–La verdad es que me emocioné por ver hasta qué punto había calado en la hinchada y me había ganado el cariño de la gente, es algo bonito de vivir.

–Lo diste todo hasta el final, ¿te quedó la sensación de que quizá al ser una temporada tan difícil y no jugarte nada no todo el mundo en el equipo lo hizo?
–Hay que entender el contexto, todo lo que ha supuesto este año y la situación de quien igual acababa y no le motiva no jugar por nada. A mí es que me motiva jugar a balonmano en sí y ganar, pero entiendo que haya gente a la que no le motive tanto, es respetable.

–El nivel mostrado por el equipo en el tramo final no era el real...
–El equipo tenía chispas de genialidad. Era tan joven e irregular que en los propios partidos tenías tramos muy altos y bajos. A ratos había mucha cohesión en ataque y defensa, y en otros no nos ayudábamos, faltaba continuidad y consistencia. Por eso era capaz de ganar al Wisla o en Rusia, y de perder con Cangas, Sinfín o Guadalajara.

–¿Cuáles son las claves de esas dos caras del Ademar?
–Era joven y por ende emocional, te falta esa racionalidad que ganas con la madurez. Sobre todo lo achaco a eso.

–¿Qué le dirías a la afición como despedida?
–Que ha sido un honor defender los colores del Ademar y que, cuando me querían y cuando no, si hacía seis goles o si metía uno, me sentí respetado y con su cariño.
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