Frezas y frezaderos en los ríos

Son los lugares elegidos por las truchas para desovar y los construyen en aguas someras, suelo de arena-grava, pequeñas piedras y zonas soleadas

Rodrigo Prado Núñez
05/01/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Imagen de una trucha en freza en el río Bernesga. | R.P.N.
Imagen de una trucha en freza en el río Bernesga. | R.P.N.
Hubo un tiempo, mucho antes de que a las truchas se convirtieran en especie de interés preferente, que en los ríos de León se realizaban tareas de rehabilitación de los frezaderos para que las truchas encontraran esas zonas más adecuadas para el desove en perfectas condiciones. Esa actividad consistía en la identificación de frezaderos y su rastrillado manual. Algunas de esas zonas más idóneas de nuestro ecosistema fluvial, a donde las truchas regresan para reproducirse, la sedimentación petrifica el fondo y hace inviable la calidad de los nidos para una reproducción efectiva.

El rastrillado de esos fondos colmatados recupera los frezaderos y también facilita la vida de otras muchas especies acuáticas, en especial a toda la familia de los macro-invertebrados. El agua tiene que filtrarse entre las gravas para administrar el oxígeno disuelto a los embriones y arrastrar río abajo todas las sedimentaciones acumuladas. Estas tareas de campo, olvidadas por la administración, se debían de recuperar para nuestros ríos por medio de los agentes medioambientales, asociaciones y voluntarios. Tareas que comenzarían con el otoño esperando el momento de la llamada de las truchas para remontar las aguas y realizar su ciclo anual de reproducción.

El rastrillado manual de los fondos  recupera los frezaderos y facilita la vida de muchas especies acuáticas Los frezaderos, que son los lugares elegidos por las truchas para desovar, los construyen en aguas someras, suelo de arena-grava, pequeñas piedras y zona soleada. Aguas ricas en oxígeno y de no mucha velocidad, el nido está concebido para protegerse básicamente de depredadores y siempre buscan una zona soleada para que la incubación llegue a buen puerto. Estas zonas se hacen visibles ya que las truchas remueven las grabas limpiando el fondo de lodos y posos.

Con el frío de final del otoño y aprovechando las primeras subidas de caudal llega el momento del remonte, hay que llegar a las cabeceras de los ríos para desovar, es la época de la freza. El instinto de procrear se pone en movimiento para las truchas que han superado la sequía y la persecución de toda clase de depredadores.Las trampas, en forma de muros, les impedirán en muchos casos el remonte teniendo que frezar a veces en lugares poco indicados.

Los frezaderos suelen estar en zonas de fácil arrastramiento por aumentos repentinos del caudal, pero esto y los cambios bruscos de temperatura son riesgos que tienen que correr. Son tiempos de invierno, diciembre, enero y febrero, cuando las truchas en su quehacer de procreación descuidan su instinto de supervivencia y están expuestas a los ataques de sus principales depredadores; los furtivos y los cormoranes.

Las hembras, que son las que llevan el peso de la construcción del frezadero, dan fuertes coletazos sobre el fondo arenoso levantando los sedimentos finos que son arrastrados por la corriente quedando las gravas limpias y formando así el nido. Los machos, mientras esto sucede, se disputan el territorio hasta que el más fuerte se hace con el control quedando los demás a la expectativa por si tuviesen ocasión de participar. Cuando la hembra pone los huevos, entre las gravas, el macho dominante los fecunda inmediatamente y la hembra seguirá con sus coletazos sobre la graba para preservar los huevos cuyo número y tamaño dependerá de su talla. Los machos suelen permanecer por un tiempo en las zonas de freza, aunque las hembras lo hayan abandonado.

La escasez de agua y las crecidas por deshielo hacen que este año haya truchas en lugares poco apropiados Tras algo más de dos meses, nacen los alevines que se refugiaran en zonas tranquilas y de poca corriente. Se alimentarán del saco vitelino durante quince o veinte días y a partir de ahí lo harán por si solos presentando ya las características especiales de los salmónidos. Aunque las puestas sobrepasan los dos mil huevos tan solo llegaran a adultos entre un 5 y un 10 %, pero estas pérdidas naturales, aunque muy significativas, no son el problema más importante, sino la acción de los furtivos, los cormoranes y la contaminación.

Este año la escasez de agua en un principio y las crecidas por deshielo luego han condicionado en gran medida los remontes de tal manera que las traslaciones en algunos ríos han sido anómalas y hemos visto truchas situadas en lugares poco apropiados y en pequeñas concentraciones. Esperamos que la sabía naturaleza resuelva estas dificultades que no dejan de ser naturales.

La temporada de pesca se abrirá el 31 de marzo y se cerrará el 31 de julio


La Junta de Castilla y León, después de sacar a información pública las normas reguladoras de la pesca en Castilla y León para el año 2.018, ha publicado en el BOCYL Nº 245 las Normas de pesca en la Comunidad.

Pocas novedades respecto a la normativa del año anterior. En la zona norte, donde se encuentra León, la temporada se abrirá el 31 de marzo y el cierre en general será el 31 julio. Se retrasa la apertura al 20 de mayo en las aguas del río Cares y río Sella en todo su curso por nuestra provincia. Como en años anteriores habrá excepciones para poder pescar en algunos tramos de ríos hasta el 31 de agosto y en otros hasta el 15 de octubre, ver el apartado provincial de la normativa. El cangrejo Rojo y Señal se podrá pescar del 3 de junio al 31 de diciembre.
Archivado en
Lo más leído