Frezando en ríos limpios

En muchos ríos leoneses, en estos días, se puede observar la freza de la trucha en un espectáculo tan bello como natural

Rodrigo Prado Núñez
24/01/2020
 Actualizado a 24/01/2020
Río Torío a su paso por las Hoces de Vegacervera. | R.P.N.
Río Torío a su paso por las Hoces de Vegacervera. | R.P.N.
Las crecidas e inundaciones que experimentaron los ríos de León, en el mes de diciembre, cumplieron su cometido de restauración y equilibrio de los ecosistemas fluviales. Pero con este extraordinario incremento del caudal, en todos nuestros ríos, la trucha se vio obligada a retrasar la freza y es ahora que se encuentra en plena faena de reproducción.

Las grandes crecidas de los ríos son fenómenos naturales e imprescindibles para el buen funcionamiento de los ecosistemas fluviales. La ocupación principal de un río, desde siempre, es evacuar toda el agua que recoge su cuenca, aunque para ello tenga que usar todo el territorio fluvial, incluyendo las zonas inundables que a veces se encuentra ocupadas por un desmedido progreso. Estos desbordamientos son muy beneficiosos para todo el complejo fluvial, hacen una función reguladora, rompen barreras y limpian el lecho del río. Gracias a las crecidas los fondos de piedras y gravas quedan limpios haciendo de albergue perfecto para la diversidad de especies que lo ocupan y en especialmente para la trucha común. La fuerte corriente de las aguas arrastra las algas y renueva los fondos. Además, las riadas recargan los acuíferos y transportan sedimentos y fertilizantes. Así es que ahora nos encontramos con ríos que discurren limpios y despejados que proporcionan lugares ideales para la tan necesaria reproducción de la trucha.

Las crecidas obligaron a la trucha a retrasar la freza y es ahora cuando tiene lugar su reproducciónLos frezaderos, que son los lugares elegidos por las truchas para desovar, los construyen en aguas someras, suelo de arena-graba, pequeñas piedras y zona soleada. Aguas ricas en  oxígeno y de no mucha velocidad, el nido está concebido para protegerse básicamente de depredadores y siempre buscan una zona soleada para que la incubación llegue a buen puerto. Estas zonas se hacen visibles ya que las truchas remueven las grabas limpiando el fondo de lodos y posos.
Con el frío de final del otoño y aprovechando las primeras subidas de caudal llega el momento del remonte, hay que llegar a las cabeceras de los ríos para desovar, es la época de la freza. El instinto de procrear se pone en movimiento para las truchas que han superado la sequía y la persecución de toda clase de depredadores.Las trampas, en forma de muros, les impedirán en muchos casos el remonte teniendo que frezar a veces en lugares poco indicados.

Los frezaderos suelen estar en zonas de fácil arrastramiento por aumentos repentinos del caudal, pero esto y los cambios bruscos de temperatura son riesgos que tienen que correr. Son tiempos de invierno, diciembre, enero y febrero, cuando las truchas en su quehacer de procreación descuidan su instinto de supervivencia y están expuestas a los ataques de sus principales depredadores; los furtivos y los cormoranes.

Los frezaderos se sitúan en aguas someras, con suelo de arena, pequeñas piedras y en una zona soleada Las hembras, que son las que llevan el peso de la construcción del frezadero, dan fuertes coletazos sobre el fondo arenoso levantando los sedimentos finos que son arrastrados por la corriente quedando las gravas limpias y formando así el nido. Los machos, mientras esto sucede, se disputan el territorio hasta que el más fuerte se hace con el control quedando los demás a la expectativa por si tuviesen ocasión de participar. Cuando la hembra pone los huevos, entre las gravas, el macho dominante los fecunda inmediatamente y la hembra seguirá con sus coletazos sobre la graba para preservar los huevos cuyo número y tamaño dependerá de su talla. Los machos suelen permanecer por un tiempo en las zonas de freza, aunque las hembras lo hayan abandonado.

Tras algo más de dos meses, 41º día, nacen los alevines que se refugiaran en zonas tranquilas y de poca corriente. Se alimentarán del saco vitelino durante quince o veinte días y a partir de ahí lo harán por si solos presentando ya las características especiales de los salmónidos. Aunque las puestas sobrepasan los dos mil huevos tan solo llegaran a adultos entre un 5 y un 10 %, pero estas pérdidas naturales, aunque muy significativas, no son el problema más importante, sino la acción de los furtivos, los cormoranes y la contaminación.

Este año, como ya hemos indicado, las crecidas por fuerte lluvia y deshielo han condicionado las frezas, de tal manera que los nidos han empezado a construirse con retraso y hemos visto truchas situadas en lugares poco apropiados y en pequeñas concentraciones. En estos ríos con aguas más frías, en un año como éste, en el que las crecidas han sido constantes y fuertes, es más que probable que las frezas vayan con mucho retraso y puedan sufrir pérdidas. Esperamos que la sabía naturaleza resuelva estas dificultades que, al fin y al cabo, no dejan de ser naturales.
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