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Fragilidades marinas

06/03/2020
 Actualizado a 06/03/2020
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Soho, años 60, efervescencia artística. Una mujer frágil, pequeña, ojos azules punzantes, cabellera oscura desatada. Esa mujer esculpe durante horas. Y después destruye lo que ha esculpido. Dice: «No es relevante. Quiero explorar nuevas formas de arte cercanas a la escultura que incluyan dibujo, sonido, movimiento y espacio». Está hablando de performance, algo que aún no existía como tal entonces. Pero se estaba gestando: pasar de la obra en dos dimensiones a la obra integral. Había escultores, pintores, bailarines, músicos. Dice: «Lo vi enseguida, no fue una decisión racional».

Esa mujer hoy, 83 años, ojos azules punzantes, cabello blanco. Esa mujer nada durante horas. Habla con los peces, siente que los peces sienten. Dice: «Los peces tienen sentimientos». Dice: «Los miraba y ellos me miraban». Tengo delante a esa mujer en una performance en el Museo del Prado. Lleva tres años trabajando en un proyecto artístico, ha visitado acuarios de todo el mundo y ha investigado en aguas de Jamaica. Ha grabado vídeos, y el sonido de los cachalotes y el sonido submarino del universo. Ha grabado anémonas como explosiones tropicales, caballitos de mar como seres misteriosos. Ha jugado con pulpos. Ahora está delante de sus propios vídeos vestida con una capa de papel blanco y los vídeos de proyectan sobre la pantalla y sobre ella y parece que baila con las langostas y las medusas, y suena una voz extraña, y ella agita unas campanillas y se mueve por el escenario como una especie de maga. La belleza de las imágenes del mundo marino es apabullante.

«No como pulpo», me dice, mientras caminamos por el Paseo del Prado. Y explica: «Una vez llevé mis alumnos del MIT a un acuario y me contaron que habían puesto una cámara que grababa a un pulpo que todas las noches trepaba por las paredes de su tanque, le quitaba la tapa, bajaba, cruzaba el suelo, se subía al tanque de los peces, le quitaba la tapa, se pegaba un banquete, salía, colocaba la tapa y volvía a su tanque. El pulpo es un animal inteligentísimo». Me mira y hay un océano en sus ojos.

Al día siguiente visito su exposición del Museo Thyssen, ‘Moving off the Land II’ –coorganizada con la fundación TBA21–. Retazos de su performance y de sus vídeos en grandes cajas en las que puedes entrar y sentarte como si fueran escenarios íntimos. Es hipnótico. Lo visito junto a esa figurilla mágica. Le hacen una entrevista para la televisión. Ella se sienta en una sillina delante del vídeo en el que sale ella delante de una pantalla en la que proyectan un vídeo. El juego de espejos marítimos. El reflejo del mar sobre Joan Jonas sobre el mar sobre Joan Jonas.

Una mujer frágil de ojos punzantes nada en el océano. Quiere recordarnos la fragilidad del mar. La fragilidad de una mujer frágil nadando en el océano.
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