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Fotogénico hasta en el DNI

25/08/2022
 Actualizado a 25/08/2022
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Tendría cinco o seis años cuando entendí que era eso de morirse. Paspas era un perro orejudo, cariñoso y algo broncas que siempre estaba ‘güevereando’ por el corral hasta que un día, después de andar cierto tiempo un tanto renqueante, simplemente dejó de hacerlo. Mi madre me explicó lo ocurrido y yo supongo que la abrasé a preguntas como que si existe un cielo para mascotas y estupideces por el estilo. También recuerdo que las semanas siguientes, al llegar del colegio, me tiraba un buen rato llorando. Aquella ausencia no era como cuando me pelaba las rodillas al intentar montar en bici, eso era algo que dolía de verdad. Lo tenía decidido: nunca volvería a tener un perro.

Durante casi dos décadas cumplí con mi palabra. Rechazaba todo cuanto tuviera que ver con aquellos animales: «Por favor, ¿cómo puede haber gente que se emocione viendo la peli esa de Hachiko?», «Malditos chuchos y maldita su manía de ladrar por la noche», «¡Que se jodan si tiran petardos!»... Supongo que en esos años mi cabeza hubiera estallado si me dicen que algún día los perros tendrían DNI.

Aunque todavía faltan algunos meses para que eso se convierta en realidad, les cuento que hoy es el día en que al mirar el de Sultán cualquiera podría comprobar que cumple ocho años y que hay quien es capaz de ser fotogénico hasta en el DNI. Desde el primer ladrido, como ha sucedido a tantos otros que renegaban de ellos, mi cumpleañero perro cambió esa visión respecto a los animales de compañía. A veces se revuelca en el abono o sacia el hambre con las gallinas de un vecino, pero son contratiempos que se quedan en nada tras uno de esos recibimientos con saltos de un lado para otro o cuando se posa sobre tus pies al notarte ‘reguleras’ ¡Gracias por tanto y perdón por tan poco!

Keko, Shyra, Negu, Mini, Snoopy, Elur, India, Yaki, Trotski, Boss, Zar... todos podríamos hacer una lista de perros que son o fueron mucho más que compañía para sus dueños. Puede que a simple vista un DNI para ellos sea una memez, pero lo es más en la forma que en el fondo. Si logra su objetivo de perseguir el abandono y el maltrato, esta medida será un primer paso para que el hombre comience a pagar la insaldable deuda que tiene con tantos policías, pastores, ojos de invidentes, rescatadores y psicólogos de cuatro patas. Con los más fieles e incondicionales. Con esos que dejan huella, con sus mejores amigos.
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