19/03/2023
 Actualizado a 19/03/2023
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Se puede ver estos días en el Palacín de Doctor Fleming una exposición de obras de Madoz (hombre de apellido agudo como el desamortizador, pero fotógrafo este), Chema Madoz. Levantada originalmente para ser exhibida en el Jardín Botánico de Madrid por la gente de La Fábrica (editores, libreros, dinamizadores culturales y autores de los sin réplica revista y club ‘Matador’), merece mucho la pena ir a verla. Es la consagración definitiva del Palacín como espacio expositivo fotográfico. Un acierto rotundo de quien lo haya decidido, individual o colectivamente, por democracia directa o representativa.

Las fotografías allí mostradas son una selección de las disparadas por el fotógrafo entre 1982 y 2016. Son tan reconocibles como todas las suyas una vez se conoce su estilo juguetón, ese que admite que su icónica serie ‘Piedras’ se le ocurrió toqueteando unos guijarros con el crío en la playa.

Sería que aquel día no había nubes. Combinada con poesía que no tenga nada que ver, la estética de Madoz ‘marida molt’ bé, y así se ve en el cuaderno que exponen con versitos de Joan Brossa. Pero los caligramas de gran formato sobran.

Los que piensen conmigo que el arte fotográfico está sobrevalorado por cuanto la técnica se adquiere con excesiva facilidad, sean invitados ahora a reparar en sus efectos, que pueden ser tan evocadores como los del resto de las demostraciones artísticas y por eso hay que reconocer que en ‘La naturaleza de las cosas’ hay chisporroteo lírico, que además no es fortuito, está más que pensado. Meritorias sus instantáneas por ser trascendentes a pesar de distanciarse de guerras, personas y paisajes, grandes motivos de los figurones habituales Avedon, Frank, Cartier-Bresson o García Rodero, lo de Madoz son los objetos representando algo que no son pero podrían ser. Por eso todas sus imágenes carecen, por una vez acertadamente, de título, ya que de esa manera no condicionan el pensamiento.

Aunque un numerito para identificarlas tampoco les haría mal, dirán los sacrificados archiveros y documentalistas.

Verán hogueras atizadas con lápices y pipas humeando rama, pero mi preferida aquí es una foto de una maleta llena de ceniza. Juego sí, pero ligereza poca, pueden suponer. ¿Qué esperaban de alguien con apellido agudo?
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