Formación profesional dual

Hace ya muchos años que se habla de introducir, o de potenciar, en todo el territorio nacional la formación profesional dual. Termina uno por pensar lo mismo que sucedía en aquel cuento que nos contaban nuestras madres sobre ‘Pedro y el lobo’ en el que de tanto repetir engañosamente lo que nunca sucedía no te lo creías ni aun cuando fuera verdad. Al contrario de lo que piensa mi buen querido ‘Caesar’ a quien he dedicado muchas de mis reflexiones en este medio y que presume de su francofilia (por Francia, claro está) casi enfermiza, yo me considero más germanófilo. Digo esto porque, entre otras muchas cosas, Alemania es con diferencia el país que más decididamente ha apostado por este tipo de formación académico-laboral, siendo allí uno de los pilares básicos de su sistema formativo, además de uno de los eslabones fundamentales en el acceso al mercado laboral por parte de los jóvenes, consiguiendo de ese modo actuar como un eje dinamizador del sistema económico y social del país. Este tipo de formación garantiza al alumno que la elige una formación académica en la escuela de primer nivel y una formación en la empresa muy aceptable, consiguiendo con ello que esos alumnos estén plenamente preparados para su posterior desarrollo en su vida profesional. Aproximadamente la mitad de la población alemana tiene una titulación de este tipo, mientras que aquí este es un sistema inacabado, del que se habla y habla pero al que no se implementa de manera adecuada. Formar a buenos profesionales que luego ejerzan su actividad laboral en los ámbitos más diversos del sector primario, industrial o de servicios sería la mejor manera para asegurar el futuro para varias generaciones de nuestros jóvenes que con el sistema actual están abocados a permanecer fuera del mercado económico-social, o bien tendrán que formar parte de él en el más bajo de los escalones laborales. Apostar por este tipo de formación es labor de todos, porque ello redundaría en un beneficio para todos. ¿Por qué no lo hacemos ya?