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"Follándonos a una entre los cinco"

19/08/2016
 Actualizado a 07/09/2019
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Hay cinco pajarracos sevillanos detenidos por abusar sexualmente de una chiquina madrileña de 19 años en los Sanfermines.La vejaron, la violaron y después le robaron el móvil y la dejaron allí tirada, rota. Cinco pájaros que se prestan a acompañarla al coche a las tantas y que a medio camino la agarran, la meten a un portal, le tapan la boca y le hacen todo lo que seles ocurre, jaleándose unos a otros. No contentos con la hazaña, lo graban con el móvil y presumen después de ello.

El miércoles cometí el error de leer la repugnante conversación que esa misma noche mantuvieron estas cinco joyas con su grupo de amigotes en whatsapp (’La manada’, se llama el grupo), un testimonio que clava el retrato de unos animales que sin piedad se vanaglorian de la violación múltiple y comparten el vídeo mientras el resto de la pandilla confiesa que los envidia... Si no han leído la información que publica Navarra.com quizá es mejor que no lo hagan. Revuelve las entrañas ver con qué frialdad, con qué atrocidad se mofan de sus abusos... No menos desoladora es la reacción de la pandilla. Mierdas.

«Follándonos a una entre los cinco», escupe un tal José Ángel. Las primeras risas de los lameculos de turno. «Todo lo que cuente es poco», añade. Seguro. «Puta pasada de viaje». «Hay vídeo». Y otro de los que no pudieron ir: «Cabrones, os envidio». «Esos son los viajes guapos». Ese es el nivel de cinco sinvergüenzas violadores y de otros cuantos coleguitas de similar calaña, que no agredieron –no estaban allí– pero tampoco denunciaron, y encima aplauden a los salvajes. Ascazo.

La detención de los cinco tipejos impide que siga la charleta en el grupo, y los amigos se huelen que los han cazado. «Son ellos, tío. Vaya pitote». «Estamos todos cagados, tío». Ese es el nivel. Ruines.

Entre los cinco personajes, un militar y un guardia civil.5 joyas. «Más allá de las valoraciones morales que del vídeo se pudieran hacer, no se aprecia violencia sobre la denunciante», dicen sus defensas. Le taparon la boca pero «ella consintió». Y se quejan los abogados de que el ambiente en la cárcel es hostil, que los internos conocen por qué están allí. Poooobres.

Se compadece uno de sus familiares. Qué duro querer a alguien capaz de semejantes barbaridades. Asco es poco.
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