25/03/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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Hemos entrado de cabeza en la ‘Sociedad del Desconocimiento’. El olvido de los conocimientos tradicionales, entendidos como aquellos que han sido generados, preservados, aplicados y utilizados por comunidades rurales es el gran drama de la modernidad. Miguel Delibes lo anticipó allá por los años setenta en ‘El disputado voto del señor Cayo’: ‘¿Sabes qué te digo?, dijo Víctor, que nosotros, los listillos de la ciudad, hemos marginado la cultura rural con el pretexto de que era anacrónica. Y ¿qué va a ocurrir aquí el día en que en todo este podrido mundo no quede nadie que sepa para qué sirve la flor del saúco?’ ¡Ah!, ¿alguien sabe hoy que la flor del saúco sirve para curar los resfriados, que es un excelente sudorífico? ¡Ablanda los catarros!

El saúco, sabugueiro, aunque casi nadie le reconozca ya, florece profusamente ahora, en abril. El arbolillo se llena de flores de color blanquecino agrupadas en unas inflorescencias a modo de sombrillitas. ¡Las flores de saúco son increíbles! Además de los catarros curan casi todo: disminuyen la inflamación, alivian la irritación, tienen efectos diuréticos, desinfectan heridas... Sus frutos, también son maravillosos, se han usado para elaborar jarabes y mermeladas. Sus ramas han servido para construir las populares gaitas de sabugueiro. La música de estas gaitas se puede acompañar un delicioso champán, también realizado a partir de saúco.

Nuestra cultura ha dado la espalda a las plantas, se está olvidando de sus propiedades y usos. En España tenemos más 3.000 especies con propiedades y usos tradicionales que ya casi nadie conoce. A escala local, por ejemplo, en el municipio del Bierzo de Palacios del Sil se han catalogado más de 200 taxones que históricamente tenían algún uso o aprovechamiento asociado. Estamos perdiendo sólo en una generación una fuente inagotable de recursos para la alimentación, la salud y la artesanía. Los pocos que conocen estos usos tienen hoy 80 años, entorno a 2025 casi todos habrán muerto ya. ¡Un desastre cultural!

Preservar estos conocimientos debería haber sido una prioridad pero muy pocas personas e instituciones se han preocupado de inventariar y divulgar todo este legado etnobotánico. En El Bierzo no podemos olvidarnos de dos personas imprescindibles. ¡Ha llegado el momento de recordarlo! Durante casi cuarenta años, Lola Fernández y su esposo, el Doctor John J. Breaux, llevaron a cabo un incesante e incansable trabajo de campo (entrevistas, fotografías, películas...) para evitar que se perdiera el valiosísimo patrimonio etnobotánico de la comarca. Ellos nos enseñaron, con mucho amor, para qué sirve entre otras la flor del saúco. ¡Muchísimas gracias!
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