mirantesb.jpg

Fírmame el cartón

09/05/2022
 Actualizado a 09/05/2022
Guardar
Llegaba el último día de curso y estábamos como avispas en un bote, nos quemaba la silla y no era solo por las ganas de salir como ñus huyendo de las hienas (que nadie se dé por aludido, por favor) por el barranco del desfiladero. Era evidente la tensión mal disimulada de púberes con sus respectivos desafíos para gestionar las emociones, especialmente cuando son de contagio colectivo.

Aquellos eran días creativos y luminosos. Hacíamos copias y dictados en hojas de papel cuadriculado que apoyábamos sobre el cartón. Durante el curso tratábamos de mantenerlo pulcro, generalmente con el nombre y la clase de su propietario. El último día, el cartón se convertía en un souvenir, en el monumento al curso que terminaba. Aunque para Marie Kondo son combustible para la estufa, para mí son piedras a las que intentar amarrar el globo aerostático cuando empiece a perder rumbo.

Echo de menos esos ritos que incluían expresiones artísticas en tipografías poco pulidas con firmas, fechas, fórmulas como MxV, MxY, MxH..., corazones, algún pito y otros garabatos, pero sobre todo ripios a medio camino entre la colleja y el empujón, entre los picos y los morreos precoces. Rimas almibaradas como «si fuera camionero, te llevaría en mi camión, pero como no lo soy, te llevo en el corazón». Tan tierno. El rubor es hoy tan inevitable como ayer. Afortunadamente, también se disfrazaba la atracción con el desprecio de «si fuera Supermán, te llevaría volando, pero como no lo soy, te jodes y vas andando». Cuanta admiración camuflada bajo burlas y groserías. En sentido contrario, la diplomacia se grababa en «con cariño y alegría, que te aguante tu tía». Y, finalmente, la máxima expresión de amistad, admiración y deseo de seguir juntos más allá del verano se concretaba en «las fresas son verdes, poco a poco maduran, tú naciste gilipollas y ni Dios te cura». En esa inversión del cariño, esta yo la reservaba para los compañeros a los que más se echa de menos, los que sigues sintiendo al lado cada día, aunque hayan cambiado de colegio.
Lo más leído