Fin a dos décadas en la élite del arbitraje

La edad hace abandonar el baloncesto internacional al leonés Vicente Bultó / "En el minuto final se me pasaron por la cabeza los 18 años. Fue tremendo el flash de recuerdos intensísimos"

Jesús Coca Aguilera
21/08/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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Hace ya 36 años, cuando Vicente Bultó era sólo un niño de 14 que estudiaba en el colegio Luis Vives de León, comenzó una aventura que le ha llevado a pitar a los clubes y selecciones más importantes del planeta y a dirigir las mejores competiciones que existen en el mundo del baloncesto.

Ahí la casualidad quiso juntarle un año antes con Felipe Llamazares, el actual director general de la Cultural y durante muchos años árbitro de la máxima categoría, que le tocó como profesor de Educación Física, le entrenó a minibasket y le incitó a realizar un curso de arbitraje.

Felipe Llamazares, que era su profesor en el Luis Vives, le llevó a entrar en el arbitraje con 14 años y fue su mentor Una decisión que acabó marcando la vida de este leonés, porque aunque nació en Oviedo así se ha considerado siempre, que poco a poco fue dando pasos y convirtiéndose en uno de los mejores colegiados del país. 27 años lleva pitando en ACB, en la que ya es el tercer árbitro con más partidos, y 18 ha estado dirigiendo competiciones internacionales, donde su etapa ha llegado a su final.

Le retira de ese ámbito la edad, los 50 años que están fijados como tope para los colegiados, porque por nivel seguía manteniéndose en la élite mundial.Y se despide con un Eurobasket sub’16, curiosamente la misma competición con la que en la temporada 2000-01 se estrenó. Aquel fue en Letonia y este en Serbia, donde el Francia - Turquía por la medalla de bronce puso este pasado domingo punto y final a una etapa muy importante de su vida.

Con un Europeo cadete debutó y se despidió. Ha estado en 5 Eurobasket, dos Mundiales y unos Juegos «Fue bastante emocionante, por nuestra actividad siempre tienes que controlar mucho las emociones, ya que trabajamos bajo mucha presión y también tenemos nuestro entrenamiento mental y psicológico para afrontar todo eso, pero sabiendo que es la última competición eran más especiales todavía», reconoce Vicente Bultó, que cuenta cómo «en el minuto final se me pasaron por la cabeza los 18 años. Es tremendo cómo en un flash de menos de un minuto te llegan y te pasan un montón de recuerdos intensísimos y cuando suena la bocina y termina... pues hasta aquí hemos llegado».

Se acababa una era y empezaban los reconocimientos. «Nunca pensé que pudiera tener tantos mensajes en el móvil», reconoce el árbitro leonés, que recuerda cómo «todos mis compañeros entraron al vestuario y me dieron un abrazo y eso es muy bonito, se te queda en el corazón y por muy duros que queramos ser la emoción te llega. Son muchos años y vivencias y me ha sorprendido muchísimo todos los entrenadores profesionales que han contactado conmigo».

Un final inesperado para esa década de los 80 en la que todo empezó «como un hobby» con ese impulso de Felipe Llamazares. «La que lió», dice entre risas Bultó, que recuerda cómo «fue mi padre deportivo y luego pude pitar con él y trabajar en las Escuela de árbitros.

«Hay que saber cerrar las etapas. Ahora me toca disfrutar de mi familia, que también ha sufrido por esto» Tras esos inicios en categorías inferiores fue creciendo y creciendo. En 1986, con sólo 16 años, ya estaba en Primera B, el equivalente a la actual Leb Oro. En 1992, teniendo 22, en ACB. Y en el 2004, con 34, disfrutó de su primera competición internacional absoluta, debutando con un plato grande, uno de esos momentos que todo deportista sueña con vivir y que aún considera «mi mejor recuerdo deportivo».

Porque ha estado en tres Eurobasket masculinos y dos femeninos. Ha vivido dos Mundiales de chicas , en uno de los cuales fue designado para la final (no haber estado en ninguno de hombres es su espinita clavada).Ha estado en el partido por el título de un Fiba Americas. Y ha pitado 10 años en Euroliga. Pero la casualidad provocó que su estreno fuera en la gran cita del deporte: los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, donde además estuvo presente en uno de los partidos más recordados de los últimos tiempos, la semifinal en la que Argentina eliminó a EEUU.

Ha pasado por decenas de países, arbitrado en múltiples estadios y conocido a multitud de jugadores. Tiempo para cosas buenas, «la mayoría y que son las que me quedo», y también malas, «las hay, pero prefiero ni recordarlas y pensar sólo en lo bueno».

«Belgrado era tremendo, con un nivel de presión y tensión enorme y donde podía pasar de todo» Ambientes fríos y también calientes, entre los cuales sin duda destaca el del del Pioneers de Belgrado, donde juegan el Partizán y el Estrella Roja, «no muy grande, con 6.000 o 7.000 personas, pero que es tremendo, con un nivel de presión y tensión enorme, donde pasa de todo, de tirarte cualquier cosa a la cancha a salir debajo de los escudos de la policía».

Y jugadores con un sitio en la historia, entre los cuales si tuviera que quedarse con dos, «aunque he pitado a buenísimos», considera que «a nivel mundial me quedaría con Ginobili, un ejemplo espectacular de jugador y persona, con el que nunca tuve tuve ningún problema y siempre te apoyaba; y a nivel europeo me queda un recuerdo especial de Tony Parker. Cada vez que hemos coincidido y le he arbitrado él me llamaba por mi nombre de pila, que no es nada usual, y hablábamos con cercanía dentro de defender sus intereses».

«De jugadores me quedo con Ginobili, un ejemplo, y Parker, que siempre me llamaba por mi nombre» Ha gozado en la pista, porque deja claro que «se disfruta de los partidos bonitos también cuando pitas», y ahora seguirá haciéndolo en ACB al menos hasta los 55 años que suponen ahí el límite, porque aunque también podría seguir haciéndolo en Euroliga, donde no existe límite de edad, cree que «hay que saber cerrar las etapas» y ahora me toca «disfrutar también de mi familia, que tengo mujer y dos hijos y la verdad es que ellos han sufrido también por ello».

«Ha habido años de estar 120 días fuera de casa, me he perdido mucho de ellos, que han tenido que saber adaptarse a mi labor en el arbitraje», recuerda Bultó, que cuenta cómo «recuerdo siempre un Valencia - Real Madrid, de semifinales de ACB, que fue durísimo, coincidió que mi familia estaba allí y fue a verlo y a la salida mi hija de ocho años estaba asustada, me decía pero papá es que decían barbaridades, y yo claro hija, pero esto es lo que tiene».

Anécdotas que trae consigo la labor a la que se dedicó. La pasión que convirtió en parte importante de su vida. El oficio que le ha permitido estar durante casi dos décadas en la élite mundial.
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