Filandón, ¿nace o se hace?

Paradilla de Gordón anunció un filandón en su remozado teleclub, se fue sumando gente y aquello acabó en un eterno filandón abierto

Fulgencio Fernández
10/07/2018
 Actualizado a 16/09/2019
Rodri (izquierda), del dúo Tarna, y el luthier Fran Allegre (derecha)aparecieron por Paradilla y acabaron sumándose al improvisado filandero».|F.FERNÁNDEZ
Rodri (izquierda), del dúo Tarna, y el luthier Fran Allegre (derecha)aparecieron por Paradilla y acabaron sumándose al improvisado filandero».|F.FERNÁNDEZ
Filandón es una palabra que ha reaparecido en los últimos tiempos con gran fuerza, ha cosechado reconocimientos, lo han llevado por medio mundo nombres de la talla de Luis Mateo Diez, José María Merino, Juan Pedro Aparicio, se ‘hacen’ filandones en buena parte de las semanas culturales, en museos...

El Filandón recupera la vieja costumbre de las gentes de nuestra provincia de reunirse —sobre todo en las largas noches de invierno— para hablar, para contarhistorias, para matar el tiempo... y para no perder el tiempo las mujeres seguían cosiendo, hilando, filando... filandón. Que según las comarcas puede ser también hila, hilorio, filorio, calecho, serano, la misma fiesta con algunos matices y diferencias.

Todos ahora bajo el paraguas del filandón, el que se ha puesto de moda y ha vinculado su nombre a Bien de Interés Cultural o Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Y se repite por estas fechas de celebraciones que vuelven a traer a los pueblos a las gentes que se fueron aquello de «vamos a hacer un filandón».

- Pero el filandón, ¿nace o se hace?

Es decir, lo que se hace son recreaciones, y más cuando son reuniones literarias. «No me imagino yo un filandón en un pueblo de Omaña al que llegue alguien y diga: ‘os voy a leer un cuento de un libro que acabo de publicar’»; ironizaba un asistente a un filandón en Senra, hace unos años.

Pero, a veces, se hace un filandón y acaba naciendo un filandón.

Ocurrió el pasado viernes, en Paradilla de Gordón, donde hace pocos días acaba de nacer un centro cultural, La Abubilla, que presume de ser el pueblo más pequeño con centro cultural. Ya había sido noticia por su inauguración, porque Miguel Escanciano cedió un gran cuadro que preside el lugar, porque por allí anda el escritor Juan Carlos Pajares, vecino del lugar, haciendo cosas... «Antes tenía que explicar dónde estaba Paradilla a la gente y ahora me dicen ellos que vieron a mi pueblo en el periódico»; contaba el presidente, José Manuel González, que le decía un vecino del pueblo de más de noventa años.

Pues para darle ‘vidilla’ al lugar, para que cantara La Abubilla, anunciaron para el pasado viernes un filandero, que así le llaman en esta comarca al filandón. El narrador Armando y Mario, El Jilguerín de Casares, con el rabel, eran los encargados de amenizar la velada. El primero ya pidió al inicio que «lo mejor es que cualquiera de vosotros se sume, eso es un filandón, algo abierto en el que todo el mundo debe aportar historias».

Armando y El Jilguerín de Casares, pero fueron apareciendo el gaitero asturiano Tachu; el cuentacuentos Manu Ferrero; Rodri, la mitad de Tarna; el luthier Fran Allegre... y se formóY ellos aportaron las primeras, y las primeras canciones. Pero lo que no esperaban es que hasta aquel rincón empezaran a llegar gentes que nadie sabe quién las congregó: El asturiano Javier Brito llegó con su gaita para ser Tachu, que así es su nombre artístico; Rodri, del dúo Tarna, apareció con el singular luthier Fran Allegre, y aunque no llevaban los instrumentos en la mano no tardaron en ir a por ellos al coche; también estaba el cuentacuentos y muchas cosas más Manu Ferrero... yfue naciendo el filandero. Si a ello sumas que es vecino del lugar Juan Carlos Pajares, y allí estaba, y un presidente tan activo y participativo como José Manuel González... Pues eso.

Que nació un filandero de los de toda la vida. Como eran antiguamente, como fueron siempre, un lugar pequeño, recogido, con unas cuantos vecinos y muchas ganas de pasar la velada juntos.

No era invierno, pero se sumó el cielo y cayó la tormenta. Lluvia fuera, historias dentro... Comenzaron, ¡cómo no!, estando allí, con historias de tele club, siguieron con paisanos ilustres de la comarca, muchas historias de mina, canciones, leyendas desde Gete al Bierzo, los suplantadores... aquello no tenía fin y nadie quería marchar. Parecí un filandero, lo era realmente.

A la salida, alguien bromea: «Siendo así estas reuniones no me extraña que los obispos las prohibieran».

Se refería a la realidad, investigada por el historiador zamorano Martín Benito, de que en algún tiempo estuvo perseguida esta costumbre nuestra de reunirse en las casa para hablar. Y lo que terciara, se supone, y en ésa parte sería en la que estaba el problema. Así se contaba después de una visita de los enviados episcopales a Cabrera: «En estas veladas se cantaba y bailaba. Ese mismo año, el obispo Bermúdez visitó la parroquia de Castropepe, entonces bajo la administración asturicense y mandó que se evitasen los bailes de noche que se hacían en casas particulares, mezclándose hombres con mujeres, especialmente los salteados». Entextos de localidades leonesas como Vega o Zacos se recogen testimonios de vecinos en los que se cuenta que«se desterraron los bailes de noche, los hilandones, los amoríos intempestivos».

Yo creo que en Paradilla de Gordón la cosa no llegó a tanto, pero tal vez sea mejor que el obispo no tenga conocimiento de estas cosas.
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